En este recorrido de cinco siglos se pueden contemplar los frescos románicos de Santa Cruz de Maderuelo y San Baudelio de Berlanga, los grandes retablos de Rodríguez de Toledo y de Nicolás Francés o las pinturas de Luis Alincbrot, Fernando Gallego, Bermejo, Pedro Berruguete o Juan de Flandes, mientras que la sala dedicada al Renacimiento centra su atención en Fernando Yáñez, Machuca, Correa de Vivar y Juan de Juanes.
Las siete nuevas salas, con las que se completa la presentación de las colecciones que quedarán instaladas en la planta baja del edificio Villanueva, se distribuyen en torno a la Rotonda baja de Goya, presidida por la gran escultura La apoteosis de Claudio, donde se incluye una representación de la colección de escultura clásica del museo.
Con la apertura de estas salas “se completa la ampliación del Prado que se inició hace dos años”, comentó el director del Prado, Miguel Zugaza, quien destacó la recuperación de espacios expositivos que facilitan “una más amplia y mejor presentación de las colecciones del museo”.
Más espacios y mejor accesibilidad a unas salas “que permiten encontrarnos con grandes maestros ciertamente algo olvidados, desde el románico hasta Luis de Morales, con nombres y obras fundamentales de la historia del arte español”.
Para la intervención arquitectónica en estos espacios, el Prado ha vuelto a contar con Rafael Moneo, aunque el arquitecto restó importancia a su trabajo. “La más valiosa experiencia que he podido tener en el Prado ha sido el encuentro con Juan de Villanueva. Las nuevas salas son obra suya y nosotros poco o nada hemos hecho”.
Moneo recordó que son espacios que Villanueva había dedicado a los servicios más ligados a la administración y a los estudios de botánica “y que siempre han tenido cierto carácter de cripta”.