Tres toreros en situación crítica. De este festejo iba a depender mucho la temporada de los tres, para bien o para mal, puesto que es Madrid la que marca la cotización. Y el resultado ha sido que no hubo suerte, dicho con la mayor indulgencia y ambigüedad.
Pero hay que ser claro y no valen eufemismos: los tres toreros han estado mal, muy mal. Unos peores que otros, y no se salva ninguno.
El trato piadoso del público, guardando silencio tras la mayoría de los arrastres, sólo quiere decir que el domingo viene gente bastante menos exigente de lo habitual y de paso también menos entendida, sin ánimo de ofender a los domingueros, que también tienen derecho al solaz y el divertimento que significa una corrida de toros en San Isidro.
Todo el interés de la tarde estuvo en los toros. Una gran corrida por muchos matices en contra que se quieran poner una vez en el desolladero. Los seis, incluso los dos menos buenos, muy por encima de la terna. Siempre hay que juzgar la actuación del torero en función de las posibilidades del toro, y esto es lo que hubo:
Primer toro. Le faltó codicia, pero tuvo templanza y mucha nobleza en la muleta. López Chaves no tuvo compromiso de faena.
Segundo. Fue el menos apto. Brusquito, rebrincado y algo descompuesto en lo poco que duró. Pero tampoco Salvador Cortés apostó nada con él.
Tercero. El mejor de los seis, muy completo. Gran toro. Tuvo calidad y brío, emoción y transmisión. David Mora demostró que para ser torero no sólo hay que tener valor. Hace falta también talento, que fue lo que le faltó a él.
Cuarto. Toro noble y moviéndose mucho. ¿Le faltó chispa? En ese caso algo tenía que haber puesto López Chaves, que le pegó pases como si no fuera con él.
Quinto. Otro a tener en cuenta para el premio al mejor de la feria. Tardó en asomar la calidad del toro, que después de un tercio de varas empujando con fijeza y metiendo los riñones, pareció venirse abajo, algo corto de recorrido y saliendo de los capotes con la cara alta. Pero en la muleta se puso a embestir de aquella manera: mucho motor, humillado y largo recorrido. Y Cortés con los cables cruzados.
Sexto. No fue tanto. Ayudó menos porque conforme avanzaba la lidia se fue quedando más corto y más parado. Pero ya estaba la tarde vencida y perfectamente definida, naturalmente a favor del ganado. ¡Qué lástima de toros de Cuadri!