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Sábado 16/11/2024
 
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Punta Umbría

España y Portugal lloran la muerte de José Saramago

El mundo de la cultura, la política y la sociedad mostraron su tristeza

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El escritor y premio Nobel portugués José Saramago, creador de una narrativa desgarrada y reflexiva y referente de una moral de compromiso, murió ayer a las 12.00 hora local (13.00 hora peninsular) en su casa de Lanzarote a los 87 años de edad, a causa de una leucemia crónica.

La capilla ardiente con los restos mortales del autor de Ensayo sobre la ceguera quedó instalada a las 17.00, hora insular, en la Biblioteca de la sede de la Fundación José Saramago, en Tías (Lanzarote), y permaneció abierta hasta 23.00 horas.

Y las primeras flores depositadas sobre el ataúd de José Saramago fueron unas rosas rojas colocadas por representantes de la Asociación para la Defensa de la Mujer Mararía de Lanzarote, colectivo al que pertenece su esposa, Pilar del Río. Un hecho simbólico del compromiso de este escritor que puso a Portugal en la nómina de los Nobel.

Está previsto que el cuerpo sin vida del escritor será trasladado esta mañana a Lisboa en un avión de fletado por el Gobierno de Portugal, donde se instalará otra capilla ardiente en el salón de plenos del Ayuntamiento de la capital portuguesa.

Mañana, el cadáver será incinerado en el cementerio lisboeta de Alto de Sao Joao. Está previsto que posteriormente sus cenizas se repartan entre su pueblo natal Azinhaga y Lanzarote, junto a un olivo del jardín de su casa.

Y es que el corazón de este querido escritor y humanista estaba dividido por las dos culturas, la española y la portuguesa, por el país donde nació el 16 de noviembre de 1922, en Azinhaga, una aldea de Ribatejo, y por España, y especialmente por Lanzarote, donde vivía desde hacía años con su mujer y traductora de su obra.
De ahí que sea considerado el más digno representante del iberismo portugués.

Tras conocerse la noticia de la muerte de este símbolo de la cultura portuguesa, el mundo de la cultura, la política y la sociedad de España, Portugal y de otros rincones del mundo mostraron su tristeza y consternación.

El Ejecutivo de José Sócrates, convocó un Consejo de Ministros extraordinario para emitir un decreto de luto nacional por el fallecimiento del Nobel de Literatura.

Su muerte hizo olvidar la polémica que rodeó muchas de sus obras, en especial las más críticas con la Iglesia Católica y la Biblia, e intelectuales y políticos de todo signo se sumaron a las muestras de pesar, incluidos los dirigentes del Partido Social Demócrata (PSD), bajo uno de cuyos gobiernos Saramago optó por irse a vivir a España.

Considerado por todos el escritor contemporáneo más universal de las letras portuguesas, el autor de El Evangelio según Jesucristo y Caín, su más reciente obra que volvió a irritar al catolicismo luso, llenó las emisiones de la televisión y la radio portuguesa de alabanzas y homenajes a su memoria.

Lecturas
La Fundación José Saramago, con sedes en España y Portugal, informó en Lisboa de que en la noche de ayer se harían allí lecturas de su obra como homenaje póstumo al escritor luso, caracterizado por su compromiso con la política y la defensa de los Derechos Humanos.

Algunos de los amigos que evocaron ayer su huella literaria y humana, expresaron el gran amor que tenía por su país, del que nunca se sintió distanciado pese a los años que vivió en España.

La ministra portuguesa de Cultura declaró, poco después de conocerse la noticia de su muerte, que esperaba que el funeral del Nobel se celebrara en Portugal.

Canavilhas destacó del escritor su “libertad creativa, que no tenía que ver con afiliaciones políticas ni con gobiernos” y que “otorgó a su literatura tanta riqueza”.

Las muestras de pesar por la desaparición de Saramago las encabezaron el jefe del Estado luso, Aníbal Cavaco Silva, y el primer ministro, José Sócrates, que junto a numerosas personalidades testimoniaron su tristeza por la desaparición del gran escritor.

Cavaco, líder histórico del conservador PSD, exhortó a “leer y dar a conocer a las futuras generaciones su vasta obra literaria” y consideró a Saramago un escritor de proyección mundial merecedor de un Nobel de Literatura, que ganó en 1998, y que será siempre una figura de referencia de la cultura lusa.

Por su parte el socialista Sócrates, calificó la muerte del autor de la obra Ensayo sobre la ceguera como una “pérdida” para la cultura lusa y para todos los portugueses, para los que era un motivo de orgullo.

El líder de la oposición de centro-derecha, Pedro Passos Coelho, manifestó que Portugal queda “más pobre” sin Saramago, cuya obra calificó de “intemporal”.

En el pueblo natal del escritor se le rindió también homenaje y el Ayuntamiento izó la bandera lusa a media asta, mientras varios ministros de cultura de países lusoparlantes, que celebraban una reunión en Sintra, cerca de Lisboa, guardaron un minuto de silencio.

Otras muchas personalidades lusas, desde el presidente de la Federación de Fútbol, Gilberto Madail, hasta el centenario cineasta Manoel de Oliveira, que expresó a EFE su reconocimiento a la figura del escritor, lamentaron la desaparición de Saramago y el gran vacío que deja en la cultura portuguesa y universal.

Perfil
Al escritor portugués José Saramago ninguna causa que considerara justa le era ajena y como un Don Quijote moderno salía a defender a los débiles, ya fueran los secuestrados en Colombia, los indígenas de Chiapas o los familiares de desaparecidos en Argentina.

Saramago deja una importante obra literaria, pero también una incontable cantidad de comentarios, adhesiones a manifiestos, plataformas y cartas abiertas por los más diversos motivos.

Desde la violencia machista hasta la pederastia, pasando por el genocidio en África, el armamentismo o la deforestación.

Muchas de esas acciones extra-literarias y solidarias tuvieron que ver con América Latina, en donde él veía que se estaba produciendo el “cambio de la historia”, según sus propias palabras.

Uno de los miles de documentos a los que puso su firma es Mirando al Sur (2009), en el que junto a otras personalidades expresó su “solidaridad con los pueblos y gobiernos progresistas de América Latina”, y especialmente con la Bolivia de Evo Morales, un “ejemplo de dignidad y emancipación”.

Saramago, que se declaraba comunista y pensaba que Marx “nunca había tenido tanta razón” como ahora, no dudó en denunciar a los falsos revolucionarios o a los autoritarios. “Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no son un movimiento revolucionario”, dijo en 2008 al criticar el recurso al secuestro y el narcotráfico por parte de esa guerrilla.

Por otra parte, el escritor portugués fue un gran defensor de los indios de América Latina, a los que consideraba víctimas de “cinco siglos de humillación” y de “un crimen histórico”.

En sus últimos meses de vida se preocupó por la suerte de los palestinos de Gaza, por las mujeres maltratadas por sus parejas y también por la independencia del Sahara.

En enero cedió íntegramente los derechos de los ingresos de una edición especial de su novela La balda de piedra para los damnificados del devastador terremoto en Haití.

“Entraré en la nada y me disolveré en ella”, dijo en el año 2005 al señalar que no le preocupaba morir.

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