“El guión llevaba dando un año dando vueltas por Hollywood pero nadie quería producirlo. Todo el mundo consideraba que era estupendo, pero era básicamente imposible de rodar”, reconoce Cortés en una entrevista con Efe.
Escrito por Chris Sparling, el guión se lo “pasaron casi como una consulta” para saber su opinión. “Nadie tenía la intención concreta de producirlo y en cuanto supe de su premisa desarrollé un entusiasmo absolutamente
adolescente y les pedí que me lo enviaran en el acto”, comenta.
Esa es la explicación de cómo un director español cuya única película, Concursante, había pasado relativamente desapercibida, acabó dando el salto mortal hasta la que es la película española con mayor distribución internacional –8.000 copias en todo el mundo– jamás estrenada.
“El resumen es que nadie sabe nada”, reconoce Cortés, encantado con un fenómeno bola de nieve que comenzó en el Festival de Sundance, donde el boca a boca provocó colas de seis horas para ver Buried e incluso la reventa de entradas.
“Yo percibí la historia como algo grande”, asegura este hombre que ya es comparado con Alejandro Amenábar, Steven Spielberg o Alfred Hitchcock, aunque de quien se declara admirador absoluto es de Martin Scorsese.
Además de la pirueta técnica que requirió rodar en 17 días en Barcelona una película de planificación complicadísima, casi en total oscuridad y con un actor de renombre como Ryan Reynolds, había que nutrir ese esqueleto con mucha carne emocional.