“Para mí –explica– este estreno es comparable con el desarrollo del gusano de seda. Escribí La sonrisa etrusca y era un gusano que soltaba seda y que se quedó cerrado. 25 años después, se ha convertido en una bella mariposa con alas de muchos colores y que tiene magia, porque el teatro tiene sobre la literatura magia carnal”.
Así lo argumenta en una entrevista con Efe Sampedro, escritor, académico y economista, pero sobre todo un humanista, que a los 94 años recién cumplidos, sigue dando las mejores lecciones de vida: “Dentro de cada uno de nosotros hay infinidad de cosas que no llegamos a desarrollar y el verdadero desarrollo está en que cada uno llegue lo más alto posible en su conocimiento”.
“Este desarrollo y ese intento de perfeccionarnos vendría bien hasta para la economía, porque seríamos más justos más equilibrados y no habría tantos choques entre los que tienen y los que no”, matiza el autor de Octubre, octubre o La vieja sirena, entre otros.
Y es que en La sonrisa Etrusca, cargada de tintes autobiográficos, Sampedro relata la historia de Bruno, un partisano calabrés, anciano y enfermo de cáncer, que se traslada a vivir a Milán con su hijo, que se transforma y toca el paraíso gracias a su nieto que le hace sentir la vida de una forma completamente distinta, sintiendo nueva sensaciones que le llevan a volverse a enamorar.
Una metáfora casi calcada de la vida de este catedrático jubilado de Estructura Económica, que escribió la obra tras ir Ginebra con su primer mujer y encontrarse una noche con su nieto en sus brazos.
“Me alegro mucho de haber escritor este libro –dice– porque contribuye a presentar las delicias de lo sencillo, de lo que es verdad, del amor, del amor del abuelo por el nieto. Hay gente que dice que es demasiado sentimental; que piensen lo que quieran. Yo sé que ha emocionado a mucha gente y que sigue haciéndolo”.