Moore fue recibido entre aplausos en la sala de prensa -e incluso con una pancarta que decía "Michael, we love you"-, donde se mostró más comedido de lo en él habitual y en su corta comparecencia tan sólo criticó a "ese líder loco que hay en Italia" y alertó a los europeos del riesgo de imitar a Estados Unidos.
"Esta película es muy relevante para Europa. Vosotros estáis experimentando el resultado del colapso económico, que no es sólo en Estados Unidos", dijo Moore.
Ya que, explicó, el documental es un ejemplo de los daños sufridos en Estados Unidos por el capitalismo salvaje, "cuanto más intentéis comportaros como nosotros, más difícil va a ser para vuestras sociedades".
Unos efectos, los del capitalismo, que han llevado a la ruina a muchos hogares norteamericanos, como refleja Moore en su documental, en el que culpa de la situación actual a los ex presidentes de Estados Unidos George Bush y Ronald Reagan, a las multinacionales, a los bancos y a los que se han enriquecido a costa de los demás.
El documental es fiel al estilo de Moore, con una estructura narrativa casi inexistente y con golpes de efecto que cada vez se parecen más a los que preparan los programas de televisión de cámara oculta.
Voces que hacen decir cosas sin sentido a personajes como Bush o Reagan, imágenes infantiles que ridiculizan a estos ex presidentes de Estados Unidos o a responsables de multinacionales, todo parece valer para el realizador, que sigue sin profundizar en los debates que propone en sus documentales.
Moore se nutre de los testimonios de las personas que han caído en desgracia en su país para criticar el sistema capitalista, las que han perdido sus casas o que han visto cómo la muerte de sus seres queridos redundaba en beneficios para las empresas para las que trabajaban a través de pólizas de seguros irregulares.
Algo fácil de hacer en una situación como la actual y tras los escándalos financieros que han sacudido el mundo y que permite a Moore centrarse en bancos como Lehman Brothers o Citybank y empresas como General Motors, algunos de los nombres más unidos al desplome económico.
Todo ello con las tácticas habituales de sus documentales que dan lugar a situaciones bastante cómicas y un tanto repetitivas, cada vez que trata de entrar a un edificio o de entrevistarse con uno de los responsables bancarios o empresariales a los que critica.
A pesar de todo, el documental es ágil y se deja ver con facilidad y contiene un buen puñado de verdades que parecen amenazar el tan manido "sueño americano".