El Festival de Cine de Gijón rinde homenaje a una de las cineastas de mayor prestigio del emergente cine iberoamericano, la argentina Lucrecia Martel, por su particular manera de sugerir sin mostrar, un estilo que suscita división de opiniones, algo a lo que, asegura, ya está acostumbrada.
Precisamente, esta capacidad es la que le ha valido a la directora, nacida en 1966 en la ciudad argentina de Salta, el elogio de compañeros de profesión, entre ellos Pedro Almodóvar, quien respalda a través de su productora El deseo el cine de quien ya es para muchos la renovadora de la cinematografía latinoamericana.
“Estas afirmaciones me parecen operaciones de prensa”, explica Martel, y añade: “De nada le sirve a una película o a un autor estar a la cabeza o a los pies. Las películas se hacen para compartir y dialogar con el público, y no con la pretensión de renovar el cine”.