Querido Blas: Considero un auténtico atrevimiento el redactar una carta para usted, que dio su vida por el pueblo andaluz, por quien defendió sus derechos y le dotó de los símbolos de identidad que hoy nos representan. A pesar de que su ideal andaluz nunca habló de ruptura con el Estado español, a pesar de que sus ideas reivindicativas se hacían dentro de la argumentación lógica, al final le pasó lo que a todos los que usan argumentos desde el respeto, que padecen a aquellos que carecen de conocimientos para rebatirlos, y usa lo único que sabe manejar con destreza, la brutal fuerza. Pues bien, hoy quiero escribirle una epístola corta, de la duración de una columna de opinión en un periódico local, porque he recordado nuestros colores y lo que el pueblo de Andalucía ha padecido a lo largo de la Historia. Curiosamente, este despertar no ha venido por las leyes de esos que hoy Gobiernan el Estado, sino el visionado de una película, del director Martin Scorsese, Los Asesinos de la Luna. Quien la vea podrá imaginar como a lo largo de nuestro pasado, se ha empleado la misma táctica que en esa película, para eliminar a los pobres de maldad, pero ricos de inteligencia. En el S.XV, fue una de las formas en que los cristianos, expulsaron a los judíos, pero antes, debían dejar sus conocimientos y riquezas a nuestra merced.
Admirado Blas, hoy siento que los andaluces, volvemos a ser expulsados de España, no es una locura, pero cuando oigo a un Gobierno, para más paradoja, denominado socialista, hablar de un reparto desigual de riqueza, siento que sobro en ese Estado. Condonar una deuda, generada por un delito, al menos así lo dijeron los jueces, pero seguir apretando el cinturón a la tierra que más ha dado al Estado español. Si unos condados adquieren el concepto de nación para el Gobierno de un país del que reniegan, otra paradoja, además se somete a todas las exigencias habidas y por haber para así poder mantener la poltrona, precisamente cuando fueron los socialistas los que más lucharon y arriesgaron por instaurar la Democracia y el poder del pueblo en España. Sin embargo, hoy, son capaces de cambiar todos sus preceptos por evitar proceso electoral. Me es indiferente, y lo digo sinceramente, la amnistía, pero mi alma arde de dolor cuando se habla de perdonar deudas, cuando los andaluces y Barbate, han dado tanto a este país y se les ha pagado con monedas de madera.
Blas, los andaluces sí somos una nación, sí tenemos identidad común y sí nos avala una cultura que nos hacen ser diferentes a los que habitan en la Iberia. Tal vez sea hora de reivindicar nuestra identidad única y propia para quitarnos los complejos de españoles y pedir nuestra independencia; qué más da que nos creamos que somos un país o somos una comunidad autónoma, qué más da si pensamos que somos una nación independiente o somos herederos de la Corona de Castilla, qué más da lo que seamos realmente, lo único que necesitamos es argumentar la realidad para sostener que los andaluces sí tenemos historia y una identidad propia, lejos de ser un condado somos un pueblo lleno de la riqueza que nos dejó las civilizaciones pasadas, y presente.
Somos Andalucía, ni somos españoles, ni árabes, ni visigodos, ni romanos, somos un pueblo con identidad e Historia propia, en la que siempre cupieron todos y es hora de dejar de ser la cenicienta de ese concepto abstracto llamado España.