El Ayuntamiento les han pagado las becas del mes de abril pero les deben la Semana Santa –las hermandades pagaron religiosamente, nunca mejor dicho- y pende sobre ellos la espada de la Damocles de la desaparición, bien por inanición o por desbandada de los músicos a otras agrupaciones musicales ante la incertidumbre en que se mueve la todavía Fundación Municipal de Cultura.
La previa del concierto de este domingo en la plaza de la Iglesia llegó a los medios de comunicación el día antes y lo peor de todos es que tanto la sección juvenil de la Banda Municipal de Música como la Banda Sinfónica Municipal estaban antes de la hora en el lugar anunciado, pero no había luz en el escenario.
Ahí comenzó la odisea de la noche, con los responsables de la Banda llamando al delegado municipal, Francisco Romero, que tenía el teléfono desconectado; a alguien de la Fundación de Cultura para que llamara al electricista de guardia… y así hasta las diez y cuarto de la noche, con la poca gente que se enteró del concierto esperando y protestando y con los músicos que no daban crédito a lo que estaba pasando. Y eso que se consolaban diciendo que al menos este año el escenario es más grande y caben todos con holgura, no como el año pasado.
Aclaración de Romero
El delegado de Cultura, Francisco Romero, llamó a este periódico en la mañana de este lunes para aclarar que no tenía el teléfono desconectado sino que no podía atender a la llamada y que cuando vio el aviso sobre la llamada del director de la banda se puso en contacto con él, conoció el problema y llamó al delegado de Vías y Obras, Pascual Junquera, para que enviara al electricista.
Para Romero, se ha tratado de un problema de coordinación entre las delegaciones municipales y ha pedido disculpas a los músicos y al público que tuvo que esperar el comienzo del concierto. El problema es que la descoordinación en el Ayuntamiento y concretamente con la Banda Municipal de Música, que es el caso, no es nueva. Ya en la Feria del Libro alguien se olvidó de llevar las sillas para que los músicos se sentaran y hubo que esperar. Eso aparte de las descoordinaciones que se hayan producido en otras ocasiones, propias de una administración tan grande como un ayuntamiento y sin ninguna intencionalidad.
A partir de ahí comenzó el concierto, única actividad del verano por ahora y a la espera de que el delegado de Cultura o la delegada de Fiestas anuncien algo un día antes de celebrarse y se cumplieron con creces las expectativas, porque los músicos sí demostraron su profesionalidad y resarcieron al respetable con un magnífico concierto. Primero la sección juvenil con José Ribera Tordera con la batuta y luego la Sinfónica, con Alberto Devesa como director.
El pasodoble
La Isla del Sur, de Manuel Bernal;
Música para una Efemérides, de Enrique Busto; un extracto de la banda sonora original de la película
Ben-Hur, compuesta por Miklos Rozsa;
El Arca de Noé, de Bert Appermont y la
Obertura Sinfónica, de James Barnes, entre otras.
Con eso ya era suficiente para demostrar a quien corresponda que hay soluciones en esta vida para todos, menos para la muerte. Ni siquiera para la de una banda
con veinte años de historia a sus espaldas y muchos músicos de renombre que encontraron en ella su vocación, su formación y su futuro. Como ha ocurrido en otras bandas y agrupaciones de la ciudad, dicho sea en justicia.
Aunque primero hay que matarla y consta que los músicos están por mantenerla contra viento y marea.