La ciudad afronta esta semana una prueba de fuego con la manifestación por el uso compartido del Hospital San Carlos. Todos saben que si ocurre lo que suele ocurrir cuando se llama a la gente de La Isla a manifestarse, que sólo aparezcan como mucho medio millar, los políticos lo interpretarán como un fracaso de la demanda, aunque como contrapartida, sólo si se trata de una manifestación como no se ha visto jamás en la ciudad, quizá la tengan en cuenta si realmente las decisiones sobre esas instalaciones no están ya tomadas y sólo esperan el momento propicio para enseñar las cartas.
Esto es, que se parte de lo que la ciudadanía de San Fernando se ha ganado a pulso, la fama de indolente que le vale no ser considerada como un peligro por ninguna formación política ni por ninguna administración, lo que está provocando el desmantelamiento de todo lo que un día le dio riqueza, con el agravante de nadie se ha preocupado de buscar alternativas viables.
Sin embargo, hay quienes creen que todavía es posible una reacción inaudita en la población y que se puede marcar un punto de inflexión a partir de esta convocatoria. Han trabajado por ello durante semanas y se han recorrido las asociaciones, las calles y las dependencias de todo tipo para conseguirlo, con la fe de los comprometidos y con el esfuerzo de los que no están dispuestos a que otros decidan por ellos.
Sólo por eso merecen que sus pretensiones se cumplan este jueves, cuando a las seis de la tarde salga del Hospital San Carlos esa manifestación hasta el atrio del Ayuntamiento.
No es hora de aventurar nada, sino de esperar. Como se decía al principio, la ciudad se juega mucho esta semana. Hasta ahora ha perdido todo lo que se ha jugado.