La Hermandad de Los Dolores de Sanlúcar de Barrameda ha presentado públicamente la corona que lucirá su titular el próximo 23 de julio, día de su Coronación Canónica. La pieza ha sido elaborada en el taller de orfebrería de Manuel Valera Pérez, en Córdoba, y este domingo ha sido presentada a fieles y devotos en un solemne acto.
Según ha explicado la Hermandad, se trata de una corona imperial compuesta de canasto con imperiales y ráfaga. La pieza, concebida en un estilo barroco rococó, se articula partiendo de una base arquitectónica compuesta por moldurones y placas con inclusión de broches engastados. Sobre esta base parte el canasto en estilo rocalla compuesto por un juego de “ces”, pellejinas y cartelas de nácar tallado con escudos y símbolos relacionados con la Hermandad que circundan todo el perímetro, que son los siguientes: Santísima Trinidad; Obispo Rico Pavés; Casa Real; escudo del Carmelo; Orden Servita; escudo de la Hermandad y Nao con la Cruz de Santiago.
Partiendo del canasto emergen cuatro ángeles, portando el del frontal el corazón traspasado de María por los siete puñales, como simbología de la advocación de la Santísima Virgen de los Dolores, y un corazón realizado con piedra de la cuesta de Belén el de la trasera, como guiño al lugar donde se veneraba una hornacina dedicada a la Santísima Virgen de los Dolores, a uno de los enclaves más queridos en el recorrido de la cofradía cada Miércoles Santo, así como muestra del amor que la ciudad de Sanlúcar lleva mostrando durante siglos a la Dolorosa de la Trinidad. Por su parte, los ángeles laterales, enlazan sus manos con los ángeles que surgen del resplandor, como gesto de cariño, amor y afecto entre hermanos, base de la religión cristiana. Los imperiales que parten del canasto se conforman en base a dos diseños distintos: cuatro imperiales cincelados con decoración de pellejinas y estrellas de circonita blanca tallada, y entre ellos otros cuatro imperiales más delgados, también compuestos a base de elementos rocalla y engastes de piedras. De la unión de todos los imperiales en una azucena surge la bola del mundo labrada en cristal tallado, que une el canasto con el resplandor, compuesto este de “ces”, pellejinas, nubes y cartelas de nácar tallado con escenas de los Siete Dolores de la Santísima Virgen. Además, aparecen cuatro ángeles como son los dos antes mencionados que unen sus manos con los del canasto, y otros dos que portan ramos de azucenas, flor alusiva a la pureza de María. Bordeando el resplandor se muestra el juego de rayos compuesto por rayos rectos en dos niveles, unos dorados y por delante otros plateados, y rayos flamígeros. El conjunto lo remata la cruz, símbolo del cristianismo y por ende, de la fe católica.
La corona, concebida siguiendo las técnicas de orfebrería tradicional como son el repujado y cincelado, la fundición y el engaste a buril, se haya realizada en oro de ley con terminaciones en bicolor, habiéndose utilizado soldadura de oro de ley para la unión de las piezas que conforman todo el conjunto. La obra incluye incrustaciones de piedras preciosas engastadas a buril, siendo estas circonitas blancas y zafiros, así como rubíes en el corazón traspasado. A su vez contiene elementos de nácar natural y cristal de roca para la bola, así como la antigua piedra de adoquinado de la vía pública que ha servido como base para tallar el corazón que porta el ángel trasero del canasto.