Joaquín se marchó. Llegó el momento que nadie esperaba que sucediera nunca, pero es ley de vida. El portuense colgó las botas en el día que se convirtió en el futbolista de campo con más partidos en la Primera División de nuestro fútbol. En el Villamarín se vivió una de las noches más emotivas de los últimos años. El Betis empató a uno con el Valencia, aunque eso fue lo de menos.

Desde antes de comenzar el duelo, Joaquín se mostró visiblemente emocionado. Recibió el apoyo de sus jugadores y de la afición. Antes del pitido inicial ya saltó al campo con lágrimas en los ojos.

El portuense saltó como titular y regaló al beticismo, y a todos los aficionados al deporte, sus últimos sesenta minutos como futbolista profesional. No pudo marcar, asistir o dejar alguna última gran jugada para el recuerdo, pero igual se marchó a lo grande.

El Betis apenas tardó un minuto en ponerse por delante y encauzar el resultado del encuentro. Juan Miranda asistió a Ayoze Pérez, que tras una gran carrera batió al portero del Valencia con un disparo raso.

El conjunto de Manuel Pellegrini se mantuvo cómodo y los atacantes buscaron el gol o la asistencia de Joaquín, pero no hubo suerte. El portuense estuvo una hora sobre el campo hasta que se despidió, parando el partido, recibiendo el apoyo de cada uno de sus compañeros y poniendo a la grada de pie.

En los compases finales el Valencia metió una marcha más, tuvo más ocasiones y logró el empate, que fue obra de Diego López.

En un día que en lo deportivo no se jugaba nada, lo más destacado fue la despedida de Joaquín. Se marchó el futbolista, pero su leyenda quedará para siempre.