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Prevención y vigilancia, única fórmula para evitar brotes de virus del Nilo

Mantener los programas de prevención y vigilancia sobre las poblaciones de mosquitos durante todo el año es la vía para poder actuar de forma rápida y enérgica

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  • Imagen de archivo de un mosquito. -

Mantener los programas de prevención y vigilancia sobre las poblaciones de mosquitos durante todo el año es la vía para poder actuar "de forma rápida y enérgica" y evitar brotes y "un número exacerbado de casos" del virus de la Fiebre del Nilo Occidental (FNO), algo que es "prácticamente imposible" erradicar de manera total.

Así lo ha explicado a EFE Rubén Bueno, entomólogo, biólogo y director técnico en la empresa Rentokil Initical -especializada en servicios de higiene y control de plagas- , que advierte de que "debido al cambio climático, hay que acostumbrarse a que estas cosas van a ser habituales".

La aparición en el mes de marzo del primer caso de esta temporada en un menor de 5 años residente en el municipio sevillano de Lebrija es "llamativa y bastante inusual", según Bueno, ya que normalmente los contagios se producen entre julio y octubre, los meses de más calor, con la peor época registrándose según avanza el verano.

"Es infrecuente pero no imposible, porque se están dando las condiciones climáticas para que esto suceda", ha asegurado el experto, que insiste en la necesidad de que los programas de vigilancia y control de los mosquitos se extiendan durante todo el año.

Explica que aunque durante el invierno haya menos mosquitos, su control en esa época va a permitir "llegar al verano con menor población", ya que esta se irá reduciendo "en el momento en el que son más vulnerables, que es cuando las temperaturas no son tan elevadas y se les puede controlar mejor".

Sin síntomas en ocho de cada diez casos

Se trata de un virus habitualmente asintomático en los humanos, lo que "dificulta mucho su diagnóstico", ya que entre un 70 y un 80 % de los contagiados lo desconocen, mientras alrededor de un 15 % muestran una sintomatología "muy inespecífica y que suele ser muy leve", con fiebre y dolor articular o de cabeza, algo "compatible con muchos otros virus".

Sólo entre un 1 y un 5 % de los casos se produce una sintomatología neurológica grave, que puede derivar incluso en procesos de meningoencefalitis, detalla Bueno, que añade que estos casos graves suelen estar vinculados a grupos de riesgo, como las personas mayores, los niños y personas con el sistema inmune alterado por otra patología.

Recuerda que no existe "una situación de alarma que exija sobrepreocupación" pero sí considera necesario que "se conozca que este virus circula" después del "punto de inflexión" que supuso el año 2020, cuando en Andalucía se produjeron siete víctimas mortales (cuatro en Sevilla y tres en Cádiz), en el mayor brote registrado en la comunidad hasta la fecha, con 76 casos (40 confirmados y 36 probables).

A su juicio, además, el virus del Nilo a través del mosquito común "es solo la punta del iceberg", porque ya se están dando casos también de dengue con el mosquito tigre o de leishmania y el mosquito Phlebotomus, algo favorecido por el cambio climático, al que considera "detrás de que esta situación anómala sea cada vez más habitual".

"Estamos teniendo un clima cada vez más propenso para la proliferación de estos insectos. Como, al contrario de los humanos, no pueden regular su temperatura, su actividad depende de la exterior, por lo que cuando es favorable se reproducen más y se alimentan más", ha precisado.

Evitar acumulaciones de agua estancada

Bueno recuerda que el de la Fiebre del Nilo Occidental es un virus africano que circula en Europa desde hace muchos años y se considera endémico en buena parte del sur de este continente, cuya transmisión se produce de forma natural entre los mosquitos y diferentes tipos de aves.

"Cuando tenemos mucha población de mosquitos infectada porque pican a aves que ya lo están, esos mosquitos pueden cambiar su comportamiento de alimentación y picar a las personas que se encuentren cerca, con lo que les pasa el virus a ellas", expone el entomólogo, que considera que "la transmisión a los humanos es una transmisión accidental".

Resalta que no existe ninguna vacuna preventiva para el ser humano ni tampoco un medicamento que acabe con este virus, por lo que la prevención es "la principal herramienta" para combatirlo, principalmente por parte de las administraciones, pero también desde el ámbito privado.

El principal consejo para este último es evitar las acumulaciones de agua de forma prolongada y, en caso de tener que mantenerla, renovarla "cada dos o tres días", ya que el calor y el agua estancada son los dos factores que favorecen su multiplicación.

Además de la autoprotección, con el empleo de repelentes y de telas mosquiteras en las viviendas, Bueno aconseja prestar atención a lugares como los jardines, piscinas o fuentes ornamentales situadas en ellos, para las que recomienda un sistema de cloración adecuado o "que se mueva el agua, porque si el agua está en movimiento los mosquitos no crían".

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