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Jueves 21/11/2024
 
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Sevilla

Una madre sevillana, contra quienes aparcan en 'movilidad reducida' sin necesitarlo

Marian Vaya, con tres hijos con ataxia de Friedreich, inicia una campaña para evitar el mal uso de plazas de aparcamiento reservadas en San Juan de Aznalfarache

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  • Marian Vaya. -

No es difícil empatizar con la desesperación que dice tener Marian Vaya, madre de tres niños con movilidad reducida y harta de no encontrar aparcamiento cuando sus hijos lo necesitan, porque alguien "con mucha cara" ha estacionado "cinco minutitos" en una plaza diseñada para quienes realmente la precisan.

Sus tres hijos, de 7, 11 y 14 años, sufren ataxia de Friedreich, una enfermedad hereditaria que daña el sistema nervioso. Ella ha decidido pasar a la acción, hastiada de encontrar en las plazas de aparcamiento que requieren personas como sus hijos a "desaprensivos que dicen que tardan cinco minutos, que no han visto la señal o que, sencillamente, contestan que se busque otro sitio para aparcar".

Mientras recorre junto a EFE las calles de su pueblo, la localidad sevillana de San Juan de Aznalfarache, explica que, después de muchas discusiones decidió buscar en internet un diseño que pudiese plasmar en una pegatina. Acudió a que un amigo la fabricase y lleva siempre con ella alguna en su bolso, que pega en el cristal delantero de los coches que ocupan plazas que no le corresponden.

Su 'modus operandi' es sencillo: si ve un coche que ocupa una plaza marcada con una silla de ruedas, saca una pegatina de su bolso y la deja bien colocada en el parabrisas, con el mensaje 'Ponte en su lugar, no en su sitio'. La pega con ganas, para que no sea fácil retirarla.

De este modo, cuando llega la persona que lo ha aparcado allí se da cuenta "no solo de que lo que ha hecho está mal, porque hasta hay gente que dice que no se ha dado cuenta", sino que, además, tiene que "esforzarse un poquito para poder quitar la pegatina", porque si no la quita no puede conducir, ya que le tapa parte de la visión.

Uso incomprensible

Marian dice que, en ocasiones, podría entender que alguna persona "tenga prisa o algún motivo para ocupar una plaza que no le corresponde", pero asegura que a veces ve cosas "incompresibles", como alguien ocupando un aparcamiento azul cuando hay cinco o seis plazas libres "a dos pasos" y no siempre, añade, "comprendiendo las razones que llevan a tener esas plazas".

"Un día estaba saliendo de un centro comercial y una mujer me preguntó si me iba, para aparcar ella. Le dije que sí, pero que era una plaza de aparcamiento especial, y me preguntó si yo era coja". Como esa respuesta, se ha encontrado demasiadas ya, de modo que cree que "ya está bien": "Si con una simple pegatina se consigue algo, al menos se va a intentar".

Otra de sus peleas es por la forma de señalizar las plazas, con palabras como "minusválidos" o "discapacitados" en las señales verticales. Podría entender que en las zonas más antiguas de algunos pueblos o con señales que no se cambian hace "siglos", pase algo así, pero incluso en las nuevas urbanizaciones se ven esas palabras, que "hacen daño a la vista".

Una revisión por todo el pueblo

Durante un paseo de algo más de una hora con Marian se detectan "puntos negros" habituales. Curiosamente, se respetan más los aparcamientos reservados para las farmacias que para las personas en sillas de ruedas. En lugares como la oficina de Correos de San Juan de Aznalfarache es más difícil ver un coche sin una tarjeta que le autorice que otro cualquiera.

Lo mismo pasa en centros comerciales como Aire Sur, en Castilleja de la Cuesta, donde como los aparcamientos azules están más cerca de la puerta, es más fácil aparcar "para andar menos". En este pueblo, al menos, la Policía Local accede a este espacio comercial a multar si es necesario, pero en otros es complicado verla actuar por mucho que sea necesario multar para concienciar del daño que se hace.

Además, es difícil ver en un centro comercial las plazas de movilidad reducida legalmente colocadas: con la pintura en buen estado en el suelo, la señal vertical añadida y con la suficiente anchura para que se baje y suba del coche una persona que puede que tenga que bajar con ella una silla de ruedas.

Marian sabe que no puede arreglar todo el problema con su actitud, pero al menos va a crear conciencia, que es de lo que se trata. Ha recibido peticiones de sus pegatinas desde todo el mundo, y sabe que es una guerra difícil, pero no perdida. A base de pegatinas puede que consiga algo que debería estar en la conciencia de cada persona, pero cada día se encuentra con más inconscientes. 

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