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Jueves 14/11/2024
 
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Sevilla

Algunos propietarios desconocen tener un Velázquez, según actas de simposio

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"Muchos propietarios y museos desconocen que tienen un Velázquez", ha dicho el profesor Benito Navarrete para resumir las actas del simposio "El joven Velázquez", presentadas hoy en Sevilla y que recogen las conclusiones de la reunión internacional celebrada en esta ciudad en octubre pasado.

Navarrete, organizador del simposio y asesor del Ayuntamiento de Sevilla, ha asegurado que si prospera la tesis recogida en estas actas del especialista del Museo del Prado Jaime García-Maíquez muchas de las copias de Velázquez atribuidas a otros autores podrían haber sido calcadas por el propio artista sevillano.

En su ponencia al simposio ahora recogida en estas actas -un volumen de más de 600 páginas y tamaño folio en edición bilingüe-, García Maíquez expone su teoría de "El calco en Velázquez" y describe en uno de los epígrafes de su ponencia -"La técnica del calco en Velázquez"- cómo el artista se copiaba a sí mismo.

Según las conclusiones del estudio de García-Maíquez, Velázquez utilizaba un papel encerado que aplicaba sobre una de sus obras ya terminadas para, con el cabo del pincel, marcar los perfiles de las figuras y trasladarlas luego a otro lienzo.

Posteriormente, el propio artista pintaba sobre esos perfiles una "réplica" de su propia obra, como podría ser el caso -ha puesto como ejemplo Navarrete- de "El aguador" que se conserva en la Galería Uffizi de Florencia.

"Réplica" es el término que ha empleado hoy en la presentación de las actas, para diferenciarlo de "copia", la veterana investigadora del Prado Carmen Garrido, de quien García-Maíquez es discípulo y continuador de su tarea.

Como "copias" ha designado Garrido las efectuadas incluso en el propio taller de un artista por otros artistas o discípulos suyos, mientras que con "réplica" ha querido designar otra obra de un mismo autor, que se copia -o se calca- a sí mismo.

Según Garrido, hacer réplicas de sus propias obras era habitual en artistas como Rubens o Tiziano, pero en el caso de Velázquez se trata de algo "especial" porque es un pintor que "pintó muy poco"; y también algo propio de un periodo en el que se intenta industrializar la pintura al ser la demanda de obra mayor que la oferta.

En el Gabinete Técnico del Prado, en el que Garrido ha trabajado algo más de treinta años y en el que García-Maíquez aplica las últimas tecnologías en el estudio del arte, se han examinado ochenta obras del algo más de un centenar que dejó Velázquez.

Las puertas que ha abierto el simposio internacional celebrado en Sevilla, en el que una treintena de expertos estudió cómo se conformó el genio del artista sevillano, no acaban con las conclusiones de García-Maíquez sino que, según Navarrete, han marcado "un antes y un después" en la consideración de la influencia que su suegro y maestro, Francisco Pacheco, tuvo en el artista.

Navarrete ha señalado que a Pacheco se le ha tenido "como un artista poco dotado" pero que a partir de estas actas, que concluyen con que su influencia en Velázquez fue mucho mayor de lo que hasta ahora se ha admitido, "podrá haber muchas sorpresas" en nuevas investigaciones porque "la relación con Pacheco es clave".

Ha alentado a proseguir estos estudios porque "donde más sorpresas van a surgir es en el periodo sevillano de Velázquez, que aún está por estudiar".

Con motivo del simposio sevillano se restauró y se mostró en Sevilla el cuadro de Velázquez "La educación de la Virgen", también denominado "La Virgen de Yale" por la universidad estadounidense que lo conserva y donde permaneció durante decenios sin estudiar.

Jonathan Brown y Javier Portús fueron los únicos especialistas que cuestionaron la autoría de Velázquez de ese cuadro, contra la opinión del resto de los participantes en la reunión científica, incluido el propio Navarrete, quien hoy ha evocado su primer encuentro con el lienzo, hace siete años:

"Lo primero que pensé es que se necesitaba mucho tiempo, que no resultaba un Velázquez a primera vista por el estado en el que se encontraba, por el proceso abrasivo que había sufrido; que se necesitaba tiempo para asimilarlo; pero tras la restauración, que ha sido modélica, no me cabe ninguna duda de que es de Velázquez".

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