Hasta el 11 de octubre se podrá visitar Risas en la oscuridad en el CAAC, de la sevillana María Cañas. A finales de los 90 irrumpió en el ámbito artístico español con proyectos de arte digital. En la última década, sus “videodelirios risastentes” han sido exhibidos y premiados en numerosos festivales nacionales e internacionales.
¿Que es ‘Risas en la oscuridad’?
–Risas en la oscuridad, dentro de la sesión expositiva Mal de archivo en el CAAC de Sevilla, muestra una gran parte de mi trayectoria, e incita a sospechar y agitar nuestros imaginarios para activar nuestro presente, para así transformarnos en seres más libres y creativos. La exposición presenta trece obras audiovisuales entre videoproyecciones e instalaciones, y 167 fotomontajes. Destaca la obra que da título a la exposición, producida expresamente para ella, donde Cañas rinde homenaje a todos los arquetipos femeninos, a las brujas quemadas y resurgidas de sus cenizas. También se presentan otras tres obras nuevas, producidas por el CAAC, como son: La mano que trina, Al compás de la marabunta y Al toro échale vacas.
Cambia la pintura por el arte digital...
–Mi excesivo y salvaje maremágnum de ideas no encontraba salida en la pintura. Con las ganas que tenía de incendiar historias y de crear imaginarios más transgresores, con la pintura siempre me quedaba frustrada con mi modo de expresarme, y quería ser mil pintores a la vez. Para mi generación el paso de la máquina de escribir al PC y la llegada de internet fue una revolución. Y con el vídeo podía contar historias que tenían más que ver con mis ángeles y demonios. Sobre el año 2000, con los equipos domésticos de edición el abaratamiento de los costes de producción y la riqueza de los “cibercebaderos” de detritus audiovisual, empecé a tomar conciencia de la filosofía del “hazlo tú mismo”, la autogestión, la economía del trueque y la cultura libre del reciclaje y la remezcla, expandidas por internet, que han convertido el arte para las masas en el arte que hacen las masas.
¿Por qué fue tan polémica ‘La sustancia herencia’, donde reflexionaba sobre los nacionalismos excluyentes y sus símbolos?
–Por el momento sociopolítico que se vivía: la tregua con ETA y los sectores más reaccionarios que estaban muy susceptibles con cualquier manifestación que parodiara sobre los símbolos nacionales. La sustancia herencia simplemente desmitificaba en clave irónica los nacionalismos exacerbados. Como decía el torero, hay gente “pa tó” y yo tengo la necesidad de ser mosca cojonera. Para mí la patria es uno mismo y, acaso, unos cuantos amigos. Y uno no es de donde nace, sino de donde pace.
¿Se siente valorada en Sevilla?
–Sí. Me emociona sentir que más allá de los purismos y localismos extremos, cada vez somos más los del frente de la vídeoguerrilla que luchamos por una cultura crítica, libre y participativa.
¿Por qué se le conoce como la Archivera de Sevilla?
–(Risas) Tiene un tono así como de broma, como de El barbero de Sevilla, de la grandilocuencia de las óperas tipo Carmen. Cómo una mujer sola en su casa destripando el Youtube o lo que fuera, hace un cine sin cámaras de reciclaje. También alude al archivo infinito, al archivo bárbaro del caos que todos tenemos a nuestro alcance hoy y que se puede utilizar para hacer cinefagia apocalíptica militante, que se introduce en los tópicos y géneros para dinamitarlos. Además me llaman La virgen terrorista del archivo, la beatnik sureña.