La mujer murió después de recibir un centenar de puñetazos y patadas. El acusado testificó ante la Policía que la había matado porque "estaba harto" de ella
El hombre que mató a su esposa en Dos Hermanas (Sevilla) "sabía lo que estaba haciendo" cuando le propinó casi un centenar de puñetazos y patadas, así como nueve hachazos en la cabeza que le provocaron la muerte, según han declarado varios forenses.
Los forenses han intervenido durante la segunda sesión del juicio con jurado popular que se está celebrando en la Audiencia Provincial de Sevilla contra E.V.T., para quien la Fiscalía solicita veinticinco años de cárcel por un delito de asesinato, mientras que dos de sus tres hijas piden que sea condenado a prisión permanente revisable.
Los hechos ocurrieron el 26 de enero de 2019 y los peritos que efectuaron el examen psiquiátrico del encausado han explicado que "tenía conocimiento de lo que había hecho, por qué lo había hecho y cuáles eran las consecuencias".
En este sentido, se han remitido al atestado policial y han recordado que el hombre indicó que había matado a su mujer, con la que llevaba 47 años casado, porque "estaba harto" de ella.
"Lo hizo porque quería. Tenía una relación anodina con ella, los sentimientos estaban congelados desde hacía bastante tiempo", han continuado los psiquiatras, quienes han admitido que el acusado sufría una "leve afectación" de su voluntad por la ingesta previa de alcohol, si bien han rechazado que se tratase de un "episodio disociativo".
La defensa del procesado alega que a las 19.44 horas del día de los hechos, que sucedieron sobre las 15.00, presentó una tasa de alcohol en aire de 0,17, lo que en su opinión significaría que tenía unos 0,95 cuando agredió a su mujer.
Los peritos que analizaron la alcoholemia, sin embargo, han calculado que el nivel sería aproximadamente de 0,5 y han expuesto que un alcohólico que bebiese un litro de manzanilla, como asegura haber hecho el encausado, sólo sufriría "una leve intoxicación".
Las forenses que realizaron la autopsia a la víctima han confirmado que descubrieron 94 lesiones que agruparon en siete grupos, como traumatismos en la cara producidos por puñetazos, una "fuerte compresión" de la cara y la nariz o hematomas indicativos de una "estrangulación" del cuello.
También advirtieron fracturas de costillas provocadas por patadas "tan fuertes que también afectaron a los pulmones", otra fractura de la vértebra cervical causada con el palo de un hacha o un "puntapié" y hematomas defensivos en brazos y piernas.
La causa de la muerte, sin embargo, fueron las nueve heridas que la mujer sufrió en la cabeza como consecuencia de otros tantos hachazos, que provocaron múltiples fracturas en la bóveda craneal y una fractura "de lado a lado de la cabeza" por la base que hizo que el cerebro terminase "aplastado".
Las forenses han determinado que la mujer, que tenía "incapacidad para coordinar sus movimientos" por ingerir un poco de alcohol y un tramadol, se defendió hasta que empezaron los hachazos y cualquiera de los cuales fue mortal de necesidad.