¿Estornudas? Estornudo. ¿Te pica la cabeza? Me rasco. ¿Te ha salido un bulto en los testículos? Esa noche ya ni duermo y me preparo para estar 48 horas mínimo, palpando una y otra mi bolsa escrotal.
Otro compañero de trabajo ha dado positivo por la Covid-19. Y no es que haya tenido contacto con él, es que durante la semana lo he visto más veces que a mi mujer. A medida que crecían sus sospechas, me dolía el alma. Ya el miércoles tuve fiebre aunque el termómetro insistía en decirme que no. ¿Dolor muscular? Pues claro, y mucho, y eso que solo tengo grasa. ¿La cabeza? Fatal. ¿Tos? Seca como la vagina de una momia. ¿Escalofríos? Y calientes. ¿Presión en el pecho? Dígaselo a mis costillas. ¿Problemas para respirar? Te lo digo o te lo cuento, no pude pegar ojo en toda la noche porque temía quedarme dormido y morir asfixiado... y no es broma aunque ahora me parta el culo contándolo. ¿Otros síntomas? Pues claro, dígame uno y en diez minutos ya lo tengo. ¿Algo más? Espera, que aunque me puede el cansancio, lo miro en Google... Ya.... ¿Dolor de garganta?, por supuesto; ¿Diarrea?, me avergüenza decirlo, pero no cago duro desde el lunes; ¿conjuntivitis?, conjuntividi y conjuntivici y todas las demás declinaciones en Latín; ¿pérdida del sentido del olfato o del gusto?, ¿a qué huele las putas nubes?... ¿A menstruación?, pues yo no lo noto, y gusto nunca tuve, miren los amigos que tengo...; ¿Erupciones cutáneas e incluso pérdida del color en los dedos de las manos o de los pies?... no me jodas, ¡para ya!.
Llega el jueves... Mi ‘compi’ ha dado positivo... Lo llamo ¿Estás bien? Sí, me contesta, vale, me alegro (pero si salgo de esto simplemente acabaré con tu vida). Si él es positivo, yo lo soy más. Quiero otro termómetro. El de casa está estropeado. Tengo fiebre, mucha fiebre. Me duelen los globos oculares y los globos moleculares y todos los jodidos globos de mi cuerpo. 36 grados... esa mierda digitalizada no funciona. Me paseo por mi casa con la mascarilla. Miro a mis hijos, qué será de ellos sin la ejemplaridad de su padre ¿Mejores personas? Miro a su madre, al final se saldrá con la suya y será feliz por fin. De nuevo, grito para mis adentros que no quiero morir, aunque ya no puedo añadir la coletilla de
soy muy joven aún, tengo muchas cosas aún por hacer, sueños por cumplir, porque lo cierto es que mi plan de vida desde hace un par de años es encontrar huecos en el día a día, entre la monotonía de las horas al caer, para ‘A’, acostarme con mi parienta, ‘B’, masturbarme en todo caso... Aun así, no quiero morir. De repente, pensamientos macabro... a que salgo a la calle y le toso a todo aquel que me cae mal... no Younes, tú no eres así, bueno, nadie se conoce bien hasta que se encuentra en situaciones límites y esta la es. Vete al Congreso... ¿para qué, si allí no hay nadie? Quiero morir matando... ¡Qué recojas la mesa so gilipollas! Es la voz del amor de mi vida la que me devuelve a la realidad... ¡Odio cuando haces como si mi ignoras para escaquearte! La miro, la amo... por ella lucharé para seguir vivo. Sus muertos.
Me llaman de la sección de Recursos Humanos, compuesta por Sara y sus alter egos, de la empresa a la que le dedico, a cambio de una millonada mensual, gran parte de las horas de mi asquerosa existencia. Me da cita el viernes para que me hagan la prueba de antígenos. En Chiclana... el viernes es mi día libre. La cita es a las cuatro. A esa hora, en cualquier otra ocasión, ya estaría borracho y pensando que si fuese un tipo corriente aprovecharía la embriaguez para pegarle a mis hijos. Pero soy extraordinario y me aguanto las ganas de reventarlos. Una doctora con gafas me pregunta qué síntomas tengo... La miro y le suelto la retahíla ya descrita. Los tengo todos. Me receta paracetamol para el dolor de cabeza y un batido a tomar después de la diarrea para que no me deshidrate... joder ¿me pudo quedar seco como una pasa por cagar líquido?... Le doy las gracias. Cambio de sala y una enfermera me mete el palillo.
A la hora miro el resultado en la página web de la clínica. Negativo. Sigo vivo. Los síntomas desaparecen... todos menos uno... la diarrea. Noto que toda mi agua se escapa, que mis órganos se resecan, que mi piel es papel de lija... seguro que me quedaré sin lágrimas para llorar mi propia muerte... menuda cagada sin importancia y nunca mejor dicho.