Hoy se me antojó la frivolidad de escribir en Árabe el título de esta fecha tan festejada en el mundo cristiano. No sólo por ser el segundo sistema de escritura más utilizado; n ni por que se escriba de derecha a izquierda y los números de izquierdas a derechas, o por que no usa mayúscula ni dividir la palabra al final de reglón; sino porque al igual que otras religiones, el Corán guarda inmaculado respeto a la figura de Jesús, al que le consideran el quinto Profeta, y porque menciona a muchos personajes que aparecen en los libros sagrados del Judaísmo y el Cristianismo, y su contenido es interpretado por los religiosos como libro incorrupto, eterno y de origen divino. Mi torpe conocimiento no ha profundizado más en tan magnánima religión, con la que Andalucía y gran parte de España conviviera durante más de siete siglos. Ya me hubiera gustado conservar aquellas lenguas (andalusí, Sefardí…) compartida en Andalucía en perfecta armonía hasta que estas comunidades fueran expulsadas de la península Ibérica por los ‘Reyes Caótico’ en 1492, pero a las que, sin duda, debemos parte de nuestro acerbo cultural y sentimientos Andaluz.
También quiero escribir tan señalada fiesta como nuestros vecinos allende los mares, de derecha a izquierda: ‘DADIVAN’. Porque lo que debería significar: felicidad, paz, y convivencia, es guerra, odio y muerte, y los confettis y adornos navideños, son bombas y misiles que todo lo destruye. La paz y hermandad en Belén es el infierno en vez de ‘tierra prometida’.
Con razón los libros sagrados descargan sobre el ser humanos tantas maldades. Son incontables durante la historia: el destierro del paraíso terrenal, el diluvio universal, la Torre de Babel: con la confusión de las lenguas –aún no se habían inventado los pinganillos del congreso de los ‘disgustados’–, el fuego de Sodoma y Gomorra, donde la incredulidad de Zara transformara en sal la confianza que Dios pusiera en Lot. Y así, miles de tragedias que como castigo sufrirían los hombres en la historia en este planeta; del que hasta ahora, por muchos cohetes, telescopios, sondas y todo tipo de artefacto enviado más allá de nuestro sistema solar, aún no hay constancia de vida parecida a la nuestra. Vida, que ahora son los hombres quienes la ponen en peligro. Y mientras buscan lejanos planetas en lo más profundo del universo, incendian, envenenan, contaminan y asfixian este planeta azul, creado por el Todopoderoso, según la biblia, en seis días.
Cuesta concebir que un humilde pesebre sea el Vaticano del poder, y cáritas diocesanas, infinidades de asociaciones y nosotros mismos, justifiquemos nuestra solidaridad donando alimentos en las grandes superficies, mientras miles de personas siguen ahogándose en el mar y contemplamos los horrores del holocausto que vive Palestina, disfrutando de opíparas cenas navideñas con la posibilidad de cambiar de canal para ver las uvas de fin de año. Un mundo religioso que, a pesar de la que está cayendo en otras partes de la tierra, somos capaces de bendecir la mesa y darnos golpes de pecho en unión de nuestras familias. Y los más ‘capillitas’ escuchan hasta la misa del Gallo.
Como dice el Poético Lagarto: Mientras unos celebramos la ‘Zambomba’, otros reciben la ‘San Bomba’; ´Feliz عيد الميلاد mundo solidario.