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Lunes 11/11/2024
 

Torremolinos

El Jardín Botánico ?Molino de Inca?

Gozar de sus múltiples encantos es una experiencia inolvidable que la persona anhela repetir. Su contemplación funde melancolías y renueva ilusiones

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Su fama se está extendiendo por toda España. Cuantos lo visitan quedan asombrados por su originalidad y belleza botánica y acuática. En las páginas de Internet se leen comentarios halagüeños, aunque parcos en palabras por no acertar sus autores a describir tanta beldad, rayana en lo divino. Tan solo aciertan a compararlo en su imaginación con el primitivo paraíso terrenal bíblico. Los novios han encontrado en tan sublime entorno el marco ideal para sus fotos exteriores de boda. Su día más feliz no está completo si sus valiosas instantáneas no se impregnan de esta insólita maravilla natural. Hablamos del Jardín Botánico Molino de Inca, de Torremolinos.

Debe el parque su nombre al viejo molino harinero que alberga en su interior y que, totalmente restaurado por personal del propio municipio y auspiciado por el Ayuntamiento de Torremolinos, se exhibe como un genuino museo de la antigua molienda. Su ingenioso funcionamiento hidráulico, reminiscencia de un ayer olvidado de tecnologías, cautiva a los millares de visitantes de todas las nacionalidades que se acercan a admirarlo. Con su salto de agua de más de cinco metros y su caudal de 22 litros por segundo, el nombre de Inca le viene de don Joseph Inca Méndez de Sotomayor, quien en el año 1700 le fue otorgada licencia para su construcción, junto a otro molino que se supone desaparecido, si bien algunas opiniones se inclinan por la hipótesis de que ambos molinos quedaron con el tiempo unidos en uno solo, que pudiera ser el actual caserón.

Se abre el Jardín Botánico en el mismo nacimiento de los manantiales, que en otro tiempo abastecían también de agua a los demás molinos alineados a lo largo del cauce descendente que finalmente se perdía en el mar. Con motivo de las obras de conducción de estas aguas a la ciudad de Málaga, el rey Alfonso XIII se acercó a la Costa del Sol en febrero de 1926 y visitó los manantiales de Torremolinos, particularmente el manantial del Albercón, que desde entonces se denomina Albercón del Rey, donde el monarca bebió de sus nítidas aguas, degustando seguidamente un aperitivo que se le sirvió en la casona del Molino de Inca, cuya industria había desaparecido tiempo atrás.

Unos trescientos árboles de sesenta diferentes familias, además de ciento cincuenta palmeras de cuarenta especies distintas y más de cuatrocientos variados y frondosos arbustos pueblan los 40.000 metros cuadrados del Jardín Botánico de Torremolinos. Entre los más importantes ejemplares arbóreos figura un acebuche al que los expertos calculan cerca de mil años de antigüedad, amén de una araucaria y un eucaliptus, ambos centenarios. Originalísimo y atrayente es el gran laberinto de arbustos, de cincuenta metros de diámetro, con fuentes en su recorrido interior. Otras fuentes embellecen el paradisíaco recinto, además de una inmensidad de plantas y extensas alfombras de césped. Un río artificial, artística obra de ingeniería hidráulica que pasa por natural, brota de entre las piedras y desemboca en un cercano lago. Suntuosas esculturas de rosado mármol engalanan el parque por doquier y le dan cierto carácter de museo. Decenas de aves exóticas enjauladas pintan acá y allá su agreste acuarela zoológica.

Adentrarse en el Jardín Botánico Molino de Inca y gozar de sus múltiples encantos es una experiencia inolvidable que la persona anhela repetir. Su sola contemplación funde melancolías y renueva ilusiones. Diseñado y realizado por iniciativa del propio Consistorio municipal e inaugurado el 10 de Mayo de 2003, el Jardín Botánico Molino de Inca está considerado por lugareños y visitantes como una de las grandes maravillas de Torremolinos.

JARDIN BOTANICO
MOLINO DE INCA

Quien busque el paraíso,
venga a Torremolinos;
los dioses lo plantaron
bajo la sierra llana,
donde el verdor anida
y el agua pura mana,
donde el silencio es hoja
del bosque de los pinos.


Del vientre de las piedras
el néctar se derrama:
feliz perfila en tierra
su estampa cristalina
y enciende en el molino
la añeja tremolina
que es música de trigo
que huyó del pentagrama.


En este Edén tupido
de glaucas armonías
no hay fruto en la enramada
para el mortal prohibido,
que todo es permanente
deleite del sentido
y el aire vibra henchido
de alegres eufonías.


En el molino antiguo,
de los molinos padre,
se ha detenido el tiempo
y, a fuer de vieja usanza,
despunta en los molones
frenética la danza
que, con solemne estruendo,
tritura el grano madre.


La sierpe impetuosa
que otrora descendía
desde los manantiales
hasta la población
y era de otros molinos
su fuerza y salvación,
hoy duerme eternos sueños
en tierra ya baldía.


El Cauce se ha secado;
mas, en la sierra llana,
donde abundante aún mana
la gracia de la vida,
se extiende un paraíso
de gloria indefinida
que es de Torremolinos
diadema soberana.



(Poema de Jesús Antonio San Martín,de su libro “Torremolinos, mi sol, mi amor”)

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