Cada vez que suenan las sirenas antiaéreas, Valentyn Radchenko sufre un ataque de ansiedad que le impide dormir. Es una de las miles de personas con síndrome de Down en Ucrania que está sufriendo las consecuencias de una guerra que retumba constantemente en su cabeza, y en la que solo encuentra paz en su refugio personal: la pintura.
Cuando las tropas rusas llegaron a las puertas de Kiev, Valentyn y su familia huyeron a su humilde casa de campo en Malyutyanka, un pequeño pueblo al suroeste de la capital donde han permanecido escondidos y han pasado largas noches encerrados en un diminuto almacén subterráneo.
“Estoy asustado. Mucho. Sobre todo por la noche. Durante la noche mi cabeza está llena de dolor. Pero me pongo a pintar y me siento mejor”, dice a Efe Valentyn, que muestra los lienzos, cartulinas y libretas en las que ha plasmado sus emociones en estos tiempos de guerra, que han influenciado su obra.
UNA PESADILLA INCESANTE
El hundimiento del Titanic, tanques, aviones de combate y bombas están representados en los dibujos de este artista de 33 años, que también ha retratado a sus familiares, vecinos y amigos a los que la guerra ha apartado de su lado.
“Sueño que todos están heridos o muertos”, asevera, con la mirada pegada a los sacos de arena que protegen la ventana del salón de su casa.
Valentyn no entendió lo que era la guerra porque, según su madre Halyna, es una persona “llena de amor” y apegada a la rutina, pero todo se derrumbó cuando vio caer del cielo trozos de metralla y de cohetes interceptados por las fuerzas ucranianas que iban dirigidos contra Kiev el mes pasado.
En el huerto de su casa todavía yacen pedazos de estos objetos que le enseñaron “algo nuevo” a Valentyn: la violencia.
Los bombardeos le arrebataron el sueño y en sus oídos retumba constantemente el mismo sonido: “El ruido de los tanques por la derecha y las bombas por la izquierda”, asegura mientras gesticula violentamente con las manos, apuntando primero al cielo y luego al suelo.
“Por esto es que con mis padres dormimos debajo del suelo por la noche”, asegura Valentyn mientras baja las escaleras del pequeño almacén en el que pasa las noches en vela, sentado en un rincón y abrazándose las piernas para no escuchar “el ruído del diablo”.
LOS MÁS VULNERABLES DE LA GUERRA
Según la organización Down Syndrome International, las 2,7 millones de personas con algún tipo de discapacidad en Ucrania son las más vulnerables durante la guerra y sufren “un impacto y riesgo desproporcionado” de violencia, muerte, traumas o incluso de abandono y abuso sexual.
La falta de accesibilidad a refugios, especialmente en Kiev, según esta ONG, ha provocado que muchas de las personas con síndrome de Down en Ucrania se hayan visto obligadas a quedarse en sus casas, como es el caso de Valentyn.
Pero la guerra también les ha generado todo tipo de traumas que requerirán muchos esfuerzos para poder superarlos.
“Las personas con discapacidad están indefensas en estas situaciones”, asegura a Efe Ivanna Vikhtinska, la directora de proyectos de la Ukranian Down Syndrome Organization, que añade que en Ucrania hay alrededor de 15.000 personas con síndrome de Down, con 350 recién nacidos cada año.
Esta ONG con sede en Kiev ha tenido que cesar sus actividades por la guerra, pero sigue prestando asistencia en línea a cientos de familias, a las que también apoya económicamente ante la escalada de precios de los medicamentos, “que cada vez son más escasos” en Ucrania.
Según Vikhtinska, la guerra multiplica los retos a los que ya de por sí se enfrentan las personas con síndrome de Down, porque tienen menos garantías de seguridad y porque los logros de integración en la sociedad “están amenazados”, algo que pone en desventaja sobre todo a los desplazados y refugiados que han tenido que huir de sus casas y del país.
“Las personas con síndrome de Down tienen otro mal ejemplo de cómo actúa la gente ‘normal’: primero se enfrentan al rechazo de la sociedad por ser ‘diferentes’, pero ahora la gente ‘normal’ asesina, destruye y ataca. Una persona con síndrome de Down nunca comenzaría una guerra”, sentencia.
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El conflicto a través de las pinceladas de un artista con síndrome de Down
Cada vez que suenan las sirenas antiaéreas, Valentyn Radchenko sufre un ataque de ansiedad que le impide dormir
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