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Jueves 14/11/2024
 
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La actriz chilena Manuela Martelli debuta como directora con '1976'

Es un drama con tintes de thriller ambientado en los años más oscuros de la dictadura

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La actriz chilena Manuela Martelli, que debuta como directora con "1976", un drama con tintes de thriller ambientado en los años más oscuros de la dictadura, cree que Chile es un país capaz de transitar "de lo más luminoso a lo más oscuro" y que sigue marcado por "el miedo al cambio".

Tras participar en la Quincena de realizadores de Cannes y ganar el premio a Mejor Ópera Prima en el Festival de Londres, la película llega a los cines españoles este viernes y es la candidata de Chile para los Goya en la categoría de mejor película iberoamericana.

"Chile es un país que se maneja en dualidades, desde lo más luminoso a lo más oscuro", ha dicho la directora a Efe este miércoles en Madrid, un país "capaz de protagonizar un estallido social -el de 2019/2020- que fue como un despertar y la marcha más masiva de la historia (...) y al mismo tiempo rechazar su propia pulsión por los cambios", en referencia al rechazo en referéndum a la nueva Constitución este año.

Para Martelli (Santiago, 1983) ese miedo tiene que ver con la herencia de la dictadura y en particular con el arraigo de un modelo de país ultraliberal donde el ciudadano no siente que el Estado pueda protegerlo.

"A mí me tocó vivir la pandemia en Alemania y por primera vez sentí lo que era que un Estado te proteja; eso en Chile no pasa, si enfermas o te ocurre algo inesperado, te las tienes que valer por ti mismo y eso significa que cruzas la línea de la pobreza muy rápidamente".

Martelli recuerda que la sociedad chilena está "dominada por una clase muy privilegiada, muy pequeña y con mucho poder" y que eso no ha cambiado: "La gran pregunta es si vamos a ser capaces de construir una sociedad más igualitaria donde los derechos básicos estén garantizados, el acceso a la educación y a la salud, porque eso no existe hoy".

"1976" cuenta la historia de una mujer burguesa (Aline Küppenheim) con unas inquietudes que van más allá de su tarea de ama de casa y cuya vida cambia cuando un sacerdote le pide que auxilie a un joven herido en la clandestinidad.

Martelli cuenta que se inspiró en su abuela, fallecida en 1976, para crear el personaje, una mujer transgresora y con curiosidad más allá de lo que su contexto le ofrecía.

"Me puse a investigar sobre ella y descubrí que había estado muy deprimida en los últimos años, pero curiosamente en la familia esa depresión se entendía como algo inherente a ella, me llamó la atención lo poco que se consideraba el contexto de horror tras el golpe del 73", señala.

Con una intriga ficticia, la película reconstruye ese clima de terror desde la cotidianidad de una familia. "Me interesó de qué manera el contexto social y político de la dictadura se filtraba por las paredes de una casa y qué efectos tenía", explica.

La protagonista, Aline Küppenheim, que acaba de ganar el premio a la mejor actriz en el Festival de cine de Tokio por este trabajo, coincidió con Martelli en el reparto de "Machuca" (2004), una película de Andres Wood que abordaba el trauma que supuso el golpe de Estado del 73.

"El chileno tiende a no querer hablar de ese periodo pero siento que algo cambió con esa película, fue una sorpresa el éxito que tuvo", apunta Küppenheim. "La derecha chilena acusa al cine de ser monotemático y hablar solo de la dictadura pero estadísticamente es una falsa polémica, el negacionismo necesita ser reparado a través de la memoria".

En ese mismo sentido, Martelli señala el paralelismo con lo que ocurre en España cuando se habla del cine y la guerra civil. "Lo que deja muy claro esa reacción es lo que nos cuesta observar nuestras propias heridas y traumas, lo que nos cuesta como para que genere ese rechazo o recelo".

Directora y actriz dicen estar especialmente satisfechas por la buena acogida que "1976" ha tenido entre los jóvenes en su país.

"Uno podría creer que la historia de una señora burguesa en la dictadura no tiene nada que ver con ellos, pero despertó mucha curiosidad y comunión", apunta Küpenheim, "y creo que tiene que ver con lo vivido en el estallido social, que les ha ayudado a entender cosas de las que solo habían oído hablar de manera abstracta". 

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