El otro día afloró en mí un sentimiento y una sensación de abandono generalizado en Huelva cuando viajaba hacia el Hospital Vázquez Díaz en una ambulancia colectiva para acudir a una sesión de rehabilitación. El acceso ha sido siempre y ahora más que nunca algo así como apañado para, efectivamente, en época de postguerra, aunque las instalaciones en sí me parecen aceptables a base de reformas y más reformas. La bienvenida nos la da un recinto donde estaciona todo el que le da la gana y las ambulancias se las ven y se las desean para situar de forma cómoda y segura a los pacientes. A pleno sol ahora y bajo la lluvia cuando nos hace falta, pero no precisamente para someter a las camillas a la intemperie del tiempo. El pavimento posiblemente de la época en que fue construido, con grietas y erosiones por doquier. Punto. A la memoria me viene el acceso a urgencias del Juan Ramón Jiménez, a base de adoquines indeseables como los que poco a poco van desapareciendo en la capital. Punto. A cubierto, sí, menos mal…
Sí, un acceso a base de curvas, sin arcenes ni señalización horizontal y, pare usted de contar, porque del Vázquez Díaz me traslado al Infanta Elena, cuyo acceso ha sido mejorado en lo que a alumbrado se refiere y, hete aquí, el actual alcalde ha tenido la genialidad (¡perdón!) de anunciar -a buenas horas mangas verdes, como dice el refrán- una glorieta de acceso. Al cabo de ocho años, todo un acierto que será realidad o bien si continúa o quien lo sustituya lo priorice ante una evidencia tan detestable por el tiempo transcurrido y por esperar nada menos que ocho años para actuar en consecuencia. (Sí, cosas de Huelva, por aquello de acordarse de Santa Bárbara… ¿Me entienden?)
Bueno, las cosas así -luego abordaré lo del alumbrado- ese acceso al Infanta Elena tendría que haber sido construido -¡pobre Huelva en manos de quienes viene estando dese hace muchos años!- cuando curiosamente la A-49 fue construida a prácticamente un kilómetro de un hospital al que ahora se le quiere dotar de una glorieta en la antaño N-431. Más de lo mismo ante la pasividad, inoperancia y/o desprecio hacia la tierra de concejales y/o diputados que tanto hablan de accesibilidad y miran para otro lado en lo que se refiere a la supresión de barreras arquitectónicas para personas precisamente con movilidad reducida. Algo más que una dejadez: un desprecio y hasta falta de caridad, si es que esa virtud existe por estos tiempos de tanta y tanta insensibilidad.
¿Y del alumbrado, qué? El del acceso al Vázquez Díaz se lo llevaron al reciclaje, palabra de moda que ya veremos hasta dónde llegan los robos de cableado con esto de la economía circular, oscuridad que puede o no deberse a esos robos, porque el problema afecta a las rondas norte y este, y espoleando el tema a la A-49 desde Sevilla a Ayamonte, resulta que no hay glorieta de acceso iluminada, algo que no es nuevo a pesar de que desde un principio observé esta dejadez desde Sevilla, y, a propósito del desagradablemente famoso Chare de Lepe -un caso para la historia- no hay expectativas de que ese núcleo de acceso tenga la iluminación que le corresponde, ahora que cuando entre en servicio el singular Chare la circulación aumentará sensiblemente.
Sí, dónde están las cabezas pensantes a nivel de gobierno nacional, regional y/o provincial y local, que no sea para tirarse los tejos a la cabeza y perder el tiempo en discusiones entre partidos en lugar de trabajar por Huelva, que es para quienes sí cobran y trabajan muy poco. A todo esto ¿qué puede decir la Subdelegación del Gobierno sobe el alumbrado de la A-49? Y, si no, que salgan al paso desde San Telmo, que Huelva es Andalucía…