Cádiz
García Rodero explora la espiritualidad del cuerpo
La fotógrafa Cristina García Rodero explora las dualidades en su último trabajo, Entre el cielo y la tierra, tomando como punto de partida la espiritualidad del cuerpo, en un proyecto que reúne imágenes tomadas a lo largo de toda su carrera y que ella describe como ?el más ambicioso?.
García Rodero cuenta en una entrevista con Efe que “Entre el cielo y la tierra” habla “de las dualidades y las contradicciones de la vida”, como lo religioso y lo pagano, lo natural y lo sobrenatural, la guerra y la paz, la vida y la muerte, y está “prácticamente terminado”.
Sólo espera encontrar un lugar donde poder publicarlo y exponerlo, aunque no tiene prisa, porque “exponer no es fácil” y quiere hacer algo, dice, “que merezca la pena”.
La única española de Magnum Photo y cuarta mujer en la historia de la agencia explica que, para este trabajo monumental, ha fotografiado la penitencia, el dolor y el placer; ha estudiado “el cuerpo como atracción o como búsqueda de otro cuerpo” y se ha sumergido en el mundo de la juventud, de los festivales eróticos y los concursos de belleza.
De hecho, García Rodero se ha lanzado a explorar la belleza y ha descubierto que “a veces es reivindicativa y otras es un objeto, algo que se luce y se pasea” y que “se escoge como estandarte de algo, de un barrio o de un país”.
La fotógrafa, que esta semana ha impartido un curso en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo en Santander, afirma que está agotada y que no ha descansado “desde antes de Semana Santa”, ya que, además de ser muy activa, es perfeccionista y amante de hacer las cosas poco a poco.
“Es una cuestión de temperamento, que a veces es bueno y a veces es malo, porque se eterniza todo y ralentiza los trabajos”, reflexiona.
García Rodero reconoce que, a la hora de trabajar, a menudo siente insatisfacción y “deseo de dar algo bueno, de hacer algo serio y de profundizar”.
Fue la sensación de que “siempre queda algo más por descubrir” la que llevó a esta fotógrafa de 61 años a poner fin a España oculta, un trabajo de quince años sobre las fiestas tradicionales en España, y marcharse: “Necesitaba otras culturas, otros países, algo que ejerciera sobre mí una atracción, que me llevara a buscar y a conseguir cosas”.
Su trabajo la ha llevado a lugares como Haití o Venezuela, a los que decide ir “con arrebatos” y a los que sólo viaja tras un largo proceso de documentación que puede alargarse durante años: “Son países que te agarran por la fuerza que tienen”, cuenta.
La ganadora del World Press Photo en 1993 y del premio al mejor libro de fotografía en Arlés (Francia) en 1989, dice que no viaja con ideas preconcebidas porque quiere dejarse “enamorar por las cosas”.
Después de cuarenta años tras el objetivo, García Rodero ha vivido todo tipo de experiencias y recuerda con cariño a los peregrinos venezolanos que viajan a Sorte a adorar a María Lizonda, la diosa de los ojos de agua: “Han hecho que me sienta muy bien, que nunca me sienta sola y que me pueda acercar con tranquilidad”, aunque siempre “mirando de no molestar, de no entorpecer”.
Esa proximidad que Robert Capa juzgaba imprescindible para una buena fotografía se ha convertido también en una máxima para García Rodero: “Necesito estar cerca de las cosas que fotografío, físicamente porque soy pequeña y psíquicamente porque necesito llenarme de eso, sentirlo”. A pesar de ello, la fotógrafa confiesa que le cuesta mucho fotografiar escenas de dolor ”tantas veces me he sentido mal fotografiando”, reconoió.
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