El acceso adecuado a la atención médica debe ser un derecho fundamental para todos. Esto, que puede parecer un axioma teórico y lógico en un sistema sanitario desarrollado como el nuestro, no se refleja en la práctica en muchas ocasiones. Dependiendo del lugar donde residamos o nos encontremos temporalmente por algún motivo, la dotación de personal cualificado y los recursos técnicos son muy distintos. Existen muchos factores que generan estas diferencias y que tienen consecuencias directas en nuestra salud, en la posible recuperación de una enfermedad. Exponerlos todos sería, quizás, complicado y muy aburrido, por lo que es preferible centrarse en uno, de suma importancia cuando nos encontramos ante una situación vital urgente: el tiempo. Por sí solo, puede suponer la diferencia entre sobrevivir o no, sanar de forma casi completa o padecer graves secuelas permanentes.
Cuando era pequeño, y escuchaba las sirenas de las ambulancias en el aparcamiento de “La Casa del Mar”, mis ojos se clavaban en aquellas luces centelleantes de color naranja, y en cómo, en unos pocos segundos, se alejaban hacia la salida del pueblo. Por aquel entonces, tenía la sensación de que esos vehículos iban rápido… muy rápido. Ahora, muchos años después, pienso que quizás… no lo suficiente. Cuando las observo tomando la dirección al Hospital de Puerto Real, siempre surge una pregunta en mis pensamientos: ¿logrará llegar a tiempo? Y, con un razonamiento infantil, deseo que ese habilidoso conductor consiga casi teletransportarse.
Es irónico pensar que el destino de una persona, después de muchos amaneceres y toda una vida, dependa de una fórmula matemática que aprendimos en las mañanas de colegio o de bachillerato: tiempo = distancia / velocidad. Y, aplicándolo a nuestro problema de una forma práctica, los kilómetros que nos separan del hospital más cercano divididos por la velocidad con la que podamos llegar.
A día de hoy, y hasta que las ambulancias en un futuro puedan atravesar la barrera del sonido, la posibilidad real de acortar el tiempo es disminuir esos kilómetros al centro sanitario. Aunque no es posible disponer de esa atención a la vuelta de la esquina de cada una de nuestras casas, tampoco deberíamos contentarnos con poder acceder a ella después de recorrer una gran distancia. Cada minuto, cada segundo… cuenta.
En estos tiempos en que las personas parecemos divididas por muchos motivos e ideas, es importante luchar por conseguir todas aquellas necesidades que nos unen. Existen pocas cosas, o quizás ninguna, más importantes que la salud, y todos tenemos el derecho de poder llegar a tiempo.