Jerez
La Escalinata
Fue una de las obras de la arquitectura clasicista de la primera etapa del franquismo en Algeciras
El clasicismo depurado de la arquitectura de la primera etapa del franquismo dejó varios ejemplos en la ciudad, como la cárcel, la Comandancia de Marina o la escalinata que comunicaba la Plaza Alta con el Paseo Marítimo. Esta última es quizá la más interesante desde el punto de vista formal, ya que completa la relación entre el espacio público más representativo de la ciudad y su nuevo paseo marítimo.
Esta escalinata seguía un esquema monumental organizado en cuatro niveles a los que se accedía por una combinación de rampas y escaleras cuyos tramos desembocaban en terrazas ajardinadas. Los dos tramos superiores estaban enlazados mediante escaleras y los inferiores por rampas. Una composición de cinco vanos cóncavos hacía de eje central.
En su contexto original de edificaciones bajas, y desembocando prácticamente en el mar, la escalinata tenía un aire barroco que podría recordar, salvando el tiempo y las distancias, a la también desaparecida escalera del Puerto de Ripetta en Roma.
Ahogada con el tiempo por el crecimiento en altura de las edificaciones anexas y parcialmente oculta por una vegetación densa y mal cuidada, la escalinata fue decayendo para convertirse en refugio de orines y toxicómanos. Dejó de ser un lugar frecuentado por su inseguridad y poca limpieza y empezó a ser visto con incomodidad por los algecireños.
A principios del siglo XXI Algeciras aprueba un nuevo PGOU con el que pretende ponerse a la altura de otras grandes ciudades portuarias. Primó, como en tantos otros casos, el efecto Guggenheim, unido a la especulación, y la ciudad decidió eliminar una buena parte de su patrimonio arquitectónico de los siglos XIX y XX sustituyéndolo por insípidos edificios de viviendas y comercios de corte pseudo-minimalistas, cuando no en ese mal llamado clasicismo moderno. Incluso una joya del Movimiento Moderno español como el Mercado de Abastos del Ingeniero Eduardo Torroja vio peligrar su existencia.
La gran escalinata no corrió la misma suerte y la ciudad, escasa de plazas de aparcamiento tras el cierre del desastroso centro comercial Plaza de Andalucía, decide sustituir este espacio público por un edificio de aparcamientos maliciosamente clasificado como subterráneo por considerar como cota de arranque la de la Plaza Alta y no el Paseo Marítimo.
De esta forma, Algeciras perdió un precioso espacio de relación entre la gran plaza pública y el paseo marítimo a cambio de los vientos de progreso y modernidad que puede traer un aparcamiento “soterrado por tres lados” y que ha llevado a la ruina al edificio anexo, denominado Edificio Escalinata y destinado a correr la misma suerte que sus predecesores. n
Esta escalinata seguía un esquema monumental organizado en cuatro niveles a los que se accedía por una combinación de rampas y escaleras cuyos tramos desembocaban en terrazas ajardinadas. Los dos tramos superiores estaban enlazados mediante escaleras y los inferiores por rampas. Una composición de cinco vanos cóncavos hacía de eje central.
En su contexto original de edificaciones bajas, y desembocando prácticamente en el mar, la escalinata tenía un aire barroco que podría recordar, salvando el tiempo y las distancias, a la también desaparecida escalera del Puerto de Ripetta en Roma.
Ahogada con el tiempo por el crecimiento en altura de las edificaciones anexas y parcialmente oculta por una vegetación densa y mal cuidada, la escalinata fue decayendo para convertirse en refugio de orines y toxicómanos. Dejó de ser un lugar frecuentado por su inseguridad y poca limpieza y empezó a ser visto con incomodidad por los algecireños.
A principios del siglo XXI Algeciras aprueba un nuevo PGOU con el que pretende ponerse a la altura de otras grandes ciudades portuarias. Primó, como en tantos otros casos, el efecto Guggenheim, unido a la especulación, y la ciudad decidió eliminar una buena parte de su patrimonio arquitectónico de los siglos XIX y XX sustituyéndolo por insípidos edificios de viviendas y comercios de corte pseudo-minimalistas, cuando no en ese mal llamado clasicismo moderno. Incluso una joya del Movimiento Moderno español como el Mercado de Abastos del Ingeniero Eduardo Torroja vio peligrar su existencia.
La gran escalinata no corrió la misma suerte y la ciudad, escasa de plazas de aparcamiento tras el cierre del desastroso centro comercial Plaza de Andalucía, decide sustituir este espacio público por un edificio de aparcamientos maliciosamente clasificado como subterráneo por considerar como cota de arranque la de la Plaza Alta y no el Paseo Marítimo.
De esta forma, Algeciras perdió un precioso espacio de relación entre la gran plaza pública y el paseo marítimo a cambio de los vientos de progreso y modernidad que puede traer un aparcamiento “soterrado por tres lados” y que ha llevado a la ruina al edificio anexo, denominado Edificio Escalinata y destinado a correr la misma suerte que sus predecesores. n
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