Llegó el día anunciado. Llegó el momento de agradecer a los que creyeron en mí para ocupar esta tribuna, especialmente a José Antonio Mallou, a José Carlos Fernández y a todos los que desde la redacción de este medio me acogieron con respeto y cariño. También, cómo no, a usted, que ha tenido la paciencia de leerme con asiduidad coincidiendo o no con mis puntos de vista.
Se cierra una etapa de la que guardaré un grato recuerdo. Cierto que algunos políticos –o sucedáneos– respirarán mejor a partir de ahora. Sin faltarles en lo personal, sólo puse en duda sus capacidades de gestión, que es de lo que se trata en tanto en cuanto interfieren en nuestras vidas, en este caso sí en lo personal, por operar con prepotencia y a contracorriente cuando ambas conllevan perjuicios o daños colaterales, tales como subir injustificadamente los impuestos, decretar el paso de un tren por la calle Real sin ningún estudio que asegure su oportunidad, su rentabilidad o su peligrosidad. Entre esto y tener a la ciudad sin un proyecto serio de futuro, lo lógico es, al menos, poner de manifiesto estas carencias desde la libertad de expresión que concede nuestra Constitución vigente que, por cierto, ya se aprobó en La Isla cuando la del 12, precisamente la que ahora se trata de celebrar aunque sea sin convicción y sin ideas.
Sin embargo, como nunca se puede decir “nunca jamás”, sería prudente decir que puede que algún día se alineen los astros exactamente igual a como lo hicieron en aquel septiembre de 2003 que nació Viento de Levante. Si empleamos los eufemismos, tan de moda en la actualidad, también podría decir que “dejamos en suspenso temporal nuestras relaciones”. Pero faltaría a la verdad puesto que, me consta, siempre tendré estas puertas abiertas a cualquier colaboración esporádica; ese, al menos, ha sido el ofrecimiento, que agradezco profundamente. Por tanto, de todas las formas que podría titular la columna de hoy, he elegido el que figura arriba en vez otros donde las despedidas podrían sonar a definitivas, y no es el caso; así que algún día... Dejémoslo ahí.
Como ya he confesado mi nulidad para la informática, no siento rubor en confesar que me están confeccionando un blog, en cuya fase inicial están volcando viejos artículos, conferencias, pregones y, en su momento, una sección dedicada a la actualidad del momento. Para qué voy a negarlo, seguiré en la misma línea para no defraudar a los adeptos y seguir haciéndole rechinar los dientes a los interesados discrepantes. Bastará con que teclee pacocarrillo.wordpress.com, más tarde formará parte de una página web donde concurrirán otras opiniones fundamentadas en la experiencia, en el sentido común y en el respeto. Pero de momento, ya digo, está en construcción. Entre sus contenidos no habrá francotiradores anónimos. Ya veremos cómo se consigue proscribir a los ventajistas que abusan de la impunidad.
Y termino repitiendo mis sinceras gracias a todos. Pido perdón por mis errores y los emplazo para la cita pendiente. Hasta siempre.
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