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Miércoles 13/11/2024
 
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El Puerto

Agu Alustiza

La media puntada

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Hoy nos vamos al pasado del Racing, la memoria no puede olvidar a los que tanta felicidad nos dieron aportando dignidad y dándolo todo por la casaca.

El otro día en una comida de amigos, evocábamos la figura de Agustín Alustiza, capitán del Portuense en los años noventa, defensa lateral, central y hasta medio centro cuando se le necesitó. Un vasco con un corazón inmenso, comprometido y que no sé cuantas temporadas estuvo entre nosotros, no recordaría si fueron 10, 12 ó 14, pero personalmente puedo decir que es de los tipos que más feliz me han hecho dentro de una cancha.

Tuve la suerte de tenerlo como rival en el CD Puerto y yo en San Marcos, les puedo asegurar que saltaron chispas, el tipo no se arrugaba ante las tendenciosas patadas y provocaciones de éste equivocado delantero. Me impresionaba que con su pequeña estatura tuviera un salto tan tremendo, un salto que se hacia interminable al suspenderse en el aire.

Se fraguaba una animadversión que acabó en cuanto coincidimos en una selección local y vi su grandeza y quizá en los ojos... su perdón. Luego llego al club de nuestros amores, se enfundó la roja de su pueblo adoptivo y nadie le arrebató el puesto a este tipo de baja estatura, pero al que le pesaban bastante las pelotas vascas que llevaba de serie en el bajo vientre.

Un día este señor se casó con una niña de El Puerto, lo hizo un jueves, no quiso vacaciones, fue de la vicaría al lecho y del lecho al terreno de juego, y me acuerdo como si fuera ayer, fue el mejor. Esto lo cuento porque hubo otro jugador de la localidad que se casó y entró en el autobús para viajar con el plantel tambaleándose.

Hoy no sé donde se encuentra, ni como le va, le tengo perdido el contacto, pero cuando se sentaba en el Cuvillo con su mujer era un orgullo saludarlo, darle la mano y saber que compartí batallas, y animé desde la grada a uno que se dejó todo por nuestro escudo, es Agustín Alustiza... y fue “Agu”. Yo no te puedo olvidar, vuelve de lo que sea a tu casa, que te podamos aplaudir y abrazar.

Fueron un placer nuestras batallas...

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