Buen lunes, vecino. Acaso el sueño del ascenso del Real Jaén, hoy por hoy, sea la única nota discordante en la quietud mortecina de Jaén. El Ayuntamiento es una consecuencia evidente, palpable, aplastante. El indispensable discurso político del alcalde Fernández de Moya pasa unívocamente por el triunfo del equipo de fútbol de la ciudad, una victoria vivificante que barnice ese fiasco insoportable en el que se ha convertido la gestión municipal. Plantilla sobredimensionada, complementos específicos en aumento, plan de ajuste a cada carta de ajuste de Onda Jaén y, por lo general, una inexplicable mala salud de hierro. Que piensen e inventen otros. El Ministerio de Hacienda nos dirige y tutela. Con creer en Dios tengo bastante.
Así, el ámbito competencial del equipo de Gobierno se reduce a fantasear con el ascenso a 2ª A. Un nuevo PGOU que siente las bases de la futura recuperación, por más que su aprobación final dependa de la Junta socialcomunista. Y luego, y sobre todo, los gestos. Gestos simbólicos que enardezcan a los propios, a la Jaén inmemorial. Gestos de cara a la galería de ilustres personalidades que poblará la tribuna de invitados al acto siguiente de homenaje a las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado. El Gobierno de Fernández de Moya persigue solidificar el vínculo físico, pétreo, entre lo castrense y lo jienense, entre uniformados y sotanas, entre su público –el de orden- y el orden público, puro y duro.
Tras el tributo que rindió el pueblo de Jaén a la Legión, a la Infantería y la Guardia Civil (ya pudieron dejar para la posteridad, en forma de monumento, modestamente indico, un estereotipo menos anacrónico de la Benemérita, una semblanza más actual que la mera apología del tricornio y la capa coronando el Gran Eje), ya estaba tardando la organización de unos fastos en honor al Cuerpo de la Policía Nacional. Promueve la iniciativa, de nuevo, el Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas de Jaén –impecable labor del doctor Alfonso Rojas-, secundando el Ayuntamiento desde la insultante suficiencia de la mayoría absolutísima del PP. En ese contexto, la oposición no apoyó el cambio de denominación de la Plaza de los Perfumes por Plaza de la Policía Nacional, y los populares se lo recuerdan ahora en tono de reproche previo al protocolo del 7 y 8 de junio. Por si, llegado el caso, como ocurriera con el sonoro mutis por el foro del otrora subdelegado Calahorro, no ocupan el lugar que creen merecer.
José Enrique se enfunda la camiseta blanca. En este tipo de diatribas populistas, siempre juega en casa. El morado va por dentro. Y el marrón del día a día en Santa María, a freír puñetas. Da lo mismo mandar bien o mal si la pelota traspasa la línea y tú, confundido con la afición, gritas, a más no poder: Gooooolll!!!
Claves
PSOE local. Volver a casa de papá, desnortada y entrampada, fue el triste sino del adolescente sueño de grandeza peñalverista. Derrotado en las urnas y en los bancos, el padrecito Reyes recogió los despojos financieros de la agrupación local y los subsumió en las cifras generales de la dirección provincial, a la mayor gloria del aparato federal. Amén. El desmembrado grupo tiende a fortalecerse al calor del discurso entusiasta del secretario local, Fernández Palomino. Pero pareciera como si su reino no fuera de este mundo. Por no tener, no tiene ni un equipo de concejales que le siga. A remolque de acontecimientos, con Matilde Cruz aislada, sometido a la insoportable levedad del ser. De no ser nada. Pese a ello, disparan. En la reivindicación del Museo Ibero no les detiene el signo afín de la Junta. Todo lo contrario. Pedirle a Griñán no está mal visto por aquí. Campiña. La vuelta de Checa a Torredonjimeno, unida a la sostenida influencia de la marteña Custodia Martos en el microcosmos andalucista de Jaén, permite al PA proyectar un futuro, tras las próximas municipales de 2015, con un representante provincial que resulte decisivo para gobernar la futura Diputación.