Lejos de parecer una militante de la apostasía, y por supuesto contemplando el derecho de las/os progenitores a que su descendencia se introduzca desde edades muy tempranas en una formación religiosa, considero que la aprobación de las últimas normativas nacionales en esta materia son un despropósito absoluto. La Resolución 11 de febrero de 2015, plantea un panorama desolador para quienes estando en Educación Primaria o Secundaria Obligatoria, no comparten ese garabato de ideas, consideraciones y dogmas que circundan a Dios, ya que expresiones tan rotundas como que es “parte fundamental para la maduración de la persona” o necesaria para “desarrollo pleno o integral” o que ayuda a “ensanchar los espacios de la racionalidad” hace evidente el “di de lo que presumes y te diré de lo que careces”. La Resolución para la formación en Bachillerato, es más una exposición de lo que debiera ser frente a la realidad que aporta pálidos reflejos de la verdadera justicia e igualdad social. El adoctrinamiento religioso es complejo de abordar, puesto que a veces refugiado en la cúpula piramidal de los valores, vuelca en muchos cuestionamientos existenciales una perspectiva preñada de prejuicios, sinsentidos y discriminaciones. La Iglesia Católica, y más concretamente, aquellos cargos de mayor representatividad y responsabilidad, son muy partidarios de ese populismo afín al marketing contemporáneo. Son los mismos “mercaderes” pero con una estrategia de captación nominal más atrayente que ir a golpes de rosario, mandando a la ciénaga del limbo o a las mismísimas entrañas del infierno a personas ateas, agnósticas o laicas. Lo cierto, es que continúan labrando (a pesar de las personas creyentes o comunidades que trabajan por el respeto y la diversidad) en las mismas tierras del patriarcado, el machismo y la desigualdad…donde las mujeres y la “diferencia” tienen funciones y obligaciones pero ningún reconocimiento ni derechos. Hay religiones desenfocadas, que se ciñen al fanatismo, a la preservación férrea de reglas que en vez de liberar y dar sentido a la vida se concentran en adormilar con el caleidoscopio de sus mentiras. Conviene el aborregamiento absoluto más que una fe con sus matices, más que el milagro de una conexión con el “infinito” de forma crítica, abierta, flexible e integradora. Conviene que cada ser humano se asigne lo más rápidamente posible a un listado de proyecciones y costumbres consumistas para engrosar las instituciones, más que a la espera respetuosa en la decisión de pertenencia y experiencia religiosa. Conviene más señalar lo “nuestro” que suele ser lo “bueno” y segregar a lo “Otro” asignado como “malo”. Conviene una sociedad, sin policromía, porque es más fácil, dividir entre “pastores”, ovejas “sumisas” o “descarriadas”. Un mundo, cuyos gestores del poder, quieren ubicarnos a su antojo en el Paraíso o en Sheol. La asignatura de evaluación continua es Amar, Respetar y Valorar.
Eutopía
Educación laica
a Iglesia Católica, y más concretamente, aquellos cargos de mayor representatividad y responsabilidad, son muy partidarios de ese populismo afín al marketing contemporáneo. Son los mismos “mercaderes”
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