Miguel, dame un cigarrillo. No tengo rubio, solo ducados". Esta es la respuesta cuando detrás de la "trastienda" de la insigne Librería Delfos salía humo sin parar. Antes, durante y después de ser alcalde siempre estuvo a la vanguardia de la lectura, de la oratoria y de la sabiduría. Alcalde de los de antes, cuando había que quitar a un cacique para llegar a presidir el Salón de Plenos. Sin aspavientos, sin prepotencia, con humildad y experiencia, su pueblo lo respaldó 24 años seguidos sin reparar, de manera intransigente, en su ideología. Miguel tuvo la virtud de engatusarnos a los jóvenes y menos jóvenes de los años ochenta, noventa y dos mil. Supo mantener el timón de manera dócil en bajamar, en pleamar y en las tormentas. No he dudado nunca a quién preguntar, a quien siempre tenía la respuesta a mano, amparada por 24 años que suponen una etapa como si de una Wikipedia se tratara. Todo lo recordaba. Hoy, Torredonjimeno, la tucci osaria ibero-romana, llora a una gran persona, a un excelente padre, a un mejor marido y a un inigualable ALCALDE. Muere quien puede, no quien quiere. La memoria tosiriana nunca olvidará a Miguel Anguita, maestro y alcalde a la vez y siempre en nuestros corazones. Hasta luego, amigo.
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