Eric Arthur Blair, más conocido como George Orwell, es uno de los grandes escritores que el Reino Unido ha dado en el siglo XX. Fuertemente comprometido con la justicia social, nació en la India colonial, vivió en un tiempo convulso y fue al encuentro de zonas y países donde presentía que la Historia se la estaba jugando. Birmania, en el fin del Imperio Británico; España, en la Guerra Civil, y la Francia de los años veinte fueron sus lugares de residencia y los motivos que le inspiraron sus novelas.
Sin duda el siglo XX fue una centuria cargada de acontecimientos y Orwell los retrató, sobre todo los de la primera mitad, bajo su prisma social y comprometido. Si queremos saber cómo fue el siglo pasado, tenemos que leer a Orwell. Si queremos entender algo de lo que nos pasa en este presente, hay que releer a Orwell.
Entre su amplia bibliografía, “Homenaje a Cataluña” y “La hija del clérigo” son obras menos conocidas pero fundamentales. “Rebelión en la granja” y “1984”, las más leídas.
La condición de la mujer en la campiña inglesa de los años treinta, retratada en “La hija del clérigo” puede sorprendernos por su actualidad. Lo que une y nos hace grande a los españoles puede ruborizar a más de uno en “Homenaje a Cataluña”.
La manipulación de la información, la vigilancia masiva y la utilización del lenguaje como mero instrumento propagandístico y revisionista de la Historia ya fue tratada en 1949 con la publicación de “1984”.
Por último, en esta selección de aproximación al universo de Orwell que no es otro que el nuestro, “Rebelión en la granja”. Una novela satírica que a modo de fábula narra el proceso de revolución que viven unos animales cuando “destronan” al granjero. Los cerdos se hacen con el poder y lo que empieza como una aventura autogestionaria y democrática, termina convirtiéndose en una feroz dictadura.
Cuando Orwell la publicó en 1945 se inspiró en el régimen totalitario de Stalin en la Unión Soviética. Hoy, su interpretación es más amplia y la podemos releer como “las miserias de la condición humana”.
Cuando muere George Orwell en 1950 el mundo era otro. Había desaparecido un gran imperio colonial, caído regímenes totalitarios, sufrido dos guerras mundiales y la población empezaba a demandar una serie de derechos. El británico reflejó en sus novelas lo que había experimentado a lo largo de su vida y profetizó por dónde podría ir el mundo. Una lectura a cualquiera de sus libros se hace imprescindible para, al menos, comprobar si acertó o no en esas predicciones. O para saber de dónde venimos.