Cuando Carl Sagan creó a comienzos de la década de los ochenta la serie de televisión Cosmos, lo último que este se esperaba era conseguir una audiencia millonaria. Imagínate a ese productor de la PBS norteamericana que apuesta por la ciencia –¡por la ciencia!- en prime time y triunfa como nunca antes lo había hecho nadie.
Carl Sagan nos acercó a las estrellas. Consiguió que términos como agujeros negros, astrofísica, asteroides y una larga retahíla nos fueran similares y cotidianos. Y lo más importante de todo: logró que niños de todas las edades se aficionaran al mundo científico. Es el caso de Neil deGrasse Tyson, el astrofísico que cogió el testigo de Sagan.
Titulada como la producción original, la nueva Cosmos recupera la idea base de Sagan. No obstante, aprovecha todas las mejoras tecnológicas para llevar la ciencia a un nuevo nivel, uno donde la nave de la imaginación hace de simbiosis entre el espectador y el propio guión de la serie documental. Y le sienta realmente bien.
Son 13 episodios. 13 piezas de una enorme factura que desvelan algunos detalles sobre el universo que nos rodea, desde los planetas más recónditos hasta los avances en el campo de la física que han sembrado cátedra. ¿Lo mejor de todo? Aunque la serie se estrenó en 2014, ahora Netflix se ha hecho con los derechos de la misma y podemos encontrarla en la plataforma.
Durante estas Navidades hay una gran cantidad de ficciones para sentarse delante de la televisión y pasar una tarde-noche de sofá. Y Cosmos es una de ellas y una razón para hacerlo.