David Galván cortó una oreja en una noche de ilusiones rotas
La ganadería de los hermanos Lavi Ortega no acompañaron
Se abrió el abono tras la suspensión del sábado anterior por avería en la iluminación y no fue todo lo existoso que se esperaba, ya que había expectación en la presentación de los novillos de los portuenses hermanos Lavi Ortega. No cumplieron las expectativas y mandaron una mansada difícil de olvidar. Ser ganadero ya sabemos que es complicado y una profesión de, además de bonita, difícil. Estos hombres le habrán echado voluntad para conseguir una ganadería que al menos embistiera y ayudara a los muchachos que empiezan. Todo lo contrario. Las ilusiones rotas de un sexteto que demostró voluntad y ganas, y además le echaron mucho valor, llevó el desánimo y la frustración a los tendidos. Lamentablemente, no hubo ni uno que destacara por su calidad. Sin fuerza y raza, en general, la noche fue de mal en peor. Abrió plaza Jesús Vela, que estuvo solvente con el capote, y valiente con la muleta, aguantando dos parones en unas tandas por la derecha. A pesar de todo se llevó dos volteretas espeluznantes. Dejó otras series con la izquierda y aunque a la hora de matar lo hizo con prontitud, no cortó oreja que bien la tenía ganada. Igual le pasó al portuense González Rique, que horas antes había toreado en San Roque y estuvo mucho mejor por la noche saludando a su novillo por verónicas y un quite afarolado que se podía denominar caleserinas. Brindó a Antonio Lozano y muy dispuesto logró que el novillo difícil tomara el engaño, pero se fue quedando corto y buscando. El pasodoble de Miguel del Pino acompañó una buena actuación que rubricó con una buena estocada. Mereció la oreja.
Martín Campanario, ante un novillo playero que derrotó con fuerza en burladero estuvo más tiempo en el suelo que de pie. Tal vez el animal estaba atolondrado, del caos que se autoadministró en tablas. Mató con rapidez.
El tercero fue un manso pregonao, que intentó saltar la barrera y se dolió en banderillas, buscando la salida como fuera. Un regalito. Una estampa esperpéntica ver a José Miguel Valiente, que lo es el muchacho, muleta en mano ir detrás del novillo para tratar de someterlo y así dio hasta tres vueltas al ruedo por su cuenta.
En quinto lugar fue la actuación de uno de los novilleros con más posibilidades. David Galván, de San Fernando, se lució en un quite y movió muy bien el capote. Tiene empaque y clase. El novillo, muy modesto, no repetía y el joven espada lo que hizo fue pegarse un arrimón y estar en novillero, como hay que estar. Es una lástima porque tiene muy buenas condiciones y hace un toreo largo y profundo. Y es fundamental conectar con el público. La estocada fue fulminante y la única oreja que se concedió en la noche.
El último es un segoviano espigado que se llama Víctor Barrio, que barrió con el capote, dejando un sabor exquisito de valor y conocimiento. Fue el eral de más seriedad y lo recibió de capote frente a la puerta de toril, quieta la planta y así recetó siete lances de frente por detrás. Un escándalo. Después se vino abajo, porque el novillo, modesto, se quedaba a la mitad y el castellano le aguantó en dos series sobre la mano derecha, evidenciando que quiere ser torero.
Martín Campanario, ante un novillo playero que derrotó con fuerza en burladero estuvo más tiempo en el suelo que de pie. Tal vez el animal estaba atolondrado, del caos que se autoadministró en tablas. Mató con rapidez.
El tercero fue un manso pregonao, que intentó saltar la barrera y se dolió en banderillas, buscando la salida como fuera. Un regalito. Una estampa esperpéntica ver a José Miguel Valiente, que lo es el muchacho, muleta en mano ir detrás del novillo para tratar de someterlo y así dio hasta tres vueltas al ruedo por su cuenta.
En quinto lugar fue la actuación de uno de los novilleros con más posibilidades. David Galván, de San Fernando, se lució en un quite y movió muy bien el capote. Tiene empaque y clase. El novillo, muy modesto, no repetía y el joven espada lo que hizo fue pegarse un arrimón y estar en novillero, como hay que estar. Es una lástima porque tiene muy buenas condiciones y hace un toreo largo y profundo. Y es fundamental conectar con el público. La estocada fue fulminante y la única oreja que se concedió en la noche.
El último es un segoviano espigado que se llama Víctor Barrio, que barrió con el capote, dejando un sabor exquisito de valor y conocimiento. Fue el eral de más seriedad y lo recibió de capote frente a la puerta de toril, quieta la planta y así recetó siete lances de frente por detrás. Un escándalo. Después se vino abajo, porque el novillo, modesto, se quedaba a la mitad y el castellano le aguantó en dos series sobre la mano derecha, evidenciando que quiere ser torero.
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