El futuro desarrollo de Andalucía pasa por la construcción de dos infraestructuras ferroviarias básicas cuyos trayectos discurren y benefician a dos zonas de la comunidad. Son los corredores Mediterráneo y Atlántico, que comparten un Ramal Central que conectaría Algeciras con Francia a través de Córdoba, Madrid y Zaragoza.
La arcadia feliz nos dibujaría un futuro cercano en el que ambos corredores transeuropeos fueran una realidad, esa misma realidad que nos recuerda que no hay euros suficientes para ejecutar dos infraestructuras colosales al mismo tiempo. La Andalucía occidental defiende que la prioridad sea construir el Ramal Central, sobre todo ahora que el puerto de Algeciras está duplicando sus tráficos ferroviarios y se acerca a los 1.000 trenes de mercancías movidos por primera vez en un año; mientras que la Andalucía oriental, sobre todo Almería y Granada -esta última con matices- reclama que lo primero sea construir el Corredor Mediterráneo que les uniría a Francia a través de Valencia y Barcelona.
La importancia de estos dos proyectos es tal que el Gobierno andaluz estima que el PIB de la comunidad crecería un 4% cuando ambos estén ejecutados. El presidente aragonés, Javier Lambán, se ha reunido con su homólogo andaluz, Juanma Moreno, para hablar -entre otras cosas- de la autopista ferroviaria. Sin embargo, el Ejecutivo andaluz anda con el corazón partío. Si se decanta claramente por darle prioridad al Ramal Central enfadará a la parte oriental de la comunidad, y al contrario. De ahí que sea difícil escuchar a la consejera Marifrán Carazo un posicionamiento nítido sobre este tema, y suele dirigirse al Ejecutivo central al que insta a que se ejecuten los dos proyectos.
El Corredor Mediterráneo cuenta con un poderoso lobby que, como es obvio, trata de influir para que se deje a un lado el Ramal Central y se dé prioridad a la infraestructura que beneficiaría a los puertos de Barcelona y Valencia, en detrimento del de Algeciras, el más importante de España. ¿Qué sería lo mejor para Andalucía? Que se ejecute el Central y que tanto Huelva como las provincias orientales (también Jaén) estén conectadas a ese corredor, junto con el puerto portugués de Sines, y más al norte, el de Oporto. ¿Cuál es el riesgo de esta polarización? Que al final no se ejecute ni uno ni otro en su totalidad y las obras de mejora del tren se queden en el levante español.