“No soy tan mala persona”, “tengo amigos de color”, “he trabajado en la construcción con emigrantes”, aseguró el acusado, Roberto Alonso de la Varga, que se enfrenta a una pena de 12 años por un delito de lesiones con el agravante de motivación racista.
En el primero de los tres días de la vista, que se celebra en la sección 17 de la Audiencia Provincial de Madrid y que inició con retraso después de que las partes intentaran llegar a un acuerdo, el procesado destacó que no habló en ningún momento con la víctima.
Miwa, en silla de ruedas y ayudado en todo momento por su mujer y miembros del Movimiento contra la Intolerancia, que se presenta como acusación popular, reiteró ante la juez que el procesado, tras pedirle tabaco y él decirle que no tenía, le insultó en términos racistas y le golpeó fuertemente por la espalda.