La censura viene de personas que “no estaban allí”, dijo ayer el comisario en funciones de Scotland Yard, Tom Godwin, después de dos noches de calma que han seguido a los disturbios más graves vividos en décadas en Londres y otras ciudades inglesas.
Sin citarlos, aludía al primer ministro británico, David Cameron, y a la titular de Interior, Theresa May, ausentes del Reino Unido por vacaciones hasta días después de que comenzasen los graves altercados en el barrio londinense de Tottenham, la noche del sábado.
Ambos políticos consideraron que la presencia policial fue escasa en los primeros días de disturbios y criticaron que los saqueos e incendios de edificios y vehículos no fuesen tratados como actos delictivos desde un comienzo.
Ante el malestar despertado entre los agentes, Cameron apuntó hoy que siente “un gran respeto” por el cuerpo policial, si bien este jueves consideró equivocada la primera reacción de Scotland Yard cuando trató los disturbios de desórdenes públicos.
La policía llegó a perder el control en varios barrios de Londres hasta que el martes desplegó a 16.000 agentes en sus calles.
En la noche del lunes, ardieron edificios enteros de barrios como Croydon o Ealing y grupos de jóvenes saquearon comercios y destruyeron vehículos, hasta ahora la última jornada de incidentes en la capital.
Con el papel de Scotland Yard en tela de juicio, el presidente de la Asociación de Agentes de la Policía (ACPO), Hugh Orde, rechazó ayer con firmeza que las tácticas policiales se endurecieran gracias a la intervención de los políticos.
Orde aseguró que la decisión de adoptar un enfoque “más contundente” para restablecer la calma fue idea de la policía y no del Gobierno.