Dos años en política es una eternidad. Basta con hacer un repaso por los videos de la noche electoral del 2-D, jornada que propició un cambio de gobierno en Andalucía, para constatar esa premisa. Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez comparecían ante los medios tras conocer el escrutinio, y lo hacían tras un atril con el logo de Adelante Andalucía. Dos años después, twitter ha suspendido la cuenta de esta formación tras una denuncia de Izquierda Unida. Es un ejemplo. Probablemente el más banal pero significativo de la guerra sin cuartel desatada en dicha confluencia política.
Teresa Rodríguez proclamaba en la noche del 2-D que pondría todas sus fuerzas en ser muro de contención de la extrema derecha, y las ha tenido que destinar a una lucha fratricida. En aquella foto, junto a ella, Maíllo, uno de los más brillantes políticos andaluces. Quizás, por eso mismo, decidió recoger sus bártulos y volver a la palestra, pero la educativa.
De aquella noche electoral también sobrecoge el recuerdo del entonces líder de Vox, Francisco Serrano, exclamando que empezaba la reconquista. Ahora sus esfuerzos están puestos en los tribunales de Justicia después de que la Fiscalía sospechara que se quedó con un millón de euros, en un presunto fraude a las ayudas de la reindustrialización. Evidentemente, su liderazgo en el Vox andaluz es cosa de la hemeroteca.
Esta misma semana les hemos visto juntos en un desayuno informativo en Málaga. Juan Marín y Albert Rivera también compartieron alegrías la noche del 2-D, con Fran Hervías en retaguardia. Dos años después, el entonces líder nacional de Ciudadanos, que hundió al partido por abandonar su espacio de centro, trabaja en un bufete de abogados, y se ha convertido en otro de los jarrones chinos que decoran la atención mediática.
Si recordamos las palabras de Ábalos tras la pírrica victoria socialista nadie pensaría que, dos años después, Susana Díaz siguiera siendo líder de la oposición con aspiración declarada y proclamada de optar a recuperar lo perdido. Y lo es, aunque haya mar de fondo y fuerte marejada en aguas socialistas. Al margen de estos vaivenes está el PP. El poder es un pegamento formidable, y quien hace dos años estaba a punto de ser un candidato amortizado es ahora presidente. Antes era Moreno Bonilla. Ahora, Juanma Moreno.
C’est la vie.