El primer toro, el de la alternativa, lo recibió a portagayola Esaú Fernández. El tendido contenía el aliento viendo que el astado tardaba en salir, pero no hubo problemas en el encuentro. Esaú le dispensó una larga cambiada de rodillas y continuó lanceándolo una vez en pie. El toro tuvo buena condición pero pecó de falta de fuerzas, lo que se hizo notorio al salir de ambos puyazos. Morante cambió los trastos con el toricantano, mientras ‘El Cid’ era testigo de la ceremonia que conertía a Esaú en matador de toros. Fernández se acerco al astado con ganas, yendo a por todas y acompañó la embestida, algo cansina del animal, con temple. Consiguió en la tercera tanda que sonará la música en la Maestranza y la plaza jaleara con ganas cada pase del sevillano. Salieron algunos naturales buenos y largos de la mano de Esaú, pero al volver a la derecha el toro que se iba quedando cada vez más parado, le tocó la muleta y la banda paró, también así la faena.
Al sexto fue a buscarlo también a toriles. Le dispensó sin problemas la larga cambiada y corrió tras él para lancearlo, esta vez con más gusto que a su primero. Del recibo cabe destacar dos verónicas y una media en las que también el astado puso lo suyo. No en vano fue uno de los de mejor calidad de la corrida. En el caballo fue correcto el animal y Esaú que iba a por todas le dispensó dos verónicas templadas y una media que fueron aplaudidas en el tendido, que se quedó con ganas de la réplica de Morante. Se acopló el nuevo matador muy bien a la embestida del animal y consiguió, ya en la primera tanda, gustar y que sonara de nuevo la banda de Tejera. Le dispensó Esaú dos tandas más de buenos derechazos largos y templados, pero con la izquierda perdió intensidad la faena. Dos tandas más fue lo que tardó el toro en comenzar a puntear y tocar la muleta, haciendo necesario abreviar e ir a por la espada si quería repetir la gesta. Mató de estocada efectiva y fue recompensado con otra oreja.
El segundo de la tarde consiguió sorprender a Morante quintándole el capote en el recibo y haciéndolo saltar al callejón, a pesar de lo cual el de La Puebla insistió. El toro clavó pitones en un lance y resultó volteado, le costó levantarse un largo rato y tuvo que ser ayudado por la cuadrilla del diestro, que lo levantó tirándole del rabo. También resultó algo suelto y costó que se arrancara al caballo, pero permitió realizar bien el tercio de banderillas y algunos quisimos creer que aún había posibilidades de ver una gran faena del de La Puebla.
Morante empieza la faena en tablas, pegado al tendido del dos y a dos manos, intenta fijar la embestida, pero el toro echa la cara arriba al final de cada pase. Lo intenta entonces Morante por abajo, pero entonces dobla el animal; quiere alargarle la embestida pero si lo abre se va. De tanto intentarlo el animal se siente podido y se ‘raja’.
El cuarto no pronosticaba nada bueno con su nombre, ‘Ratero’. Pero quiso empezar Morante ganándole terreno y le pudo dispensar verónicas y una media que gustaron. El diestro quiso apostar en su último toro de la feria abrileña y con una mano agarrado a tablas y la otra en la muleta quiso torearlo, mandarle y doblegar su embestida, pero no humilló el burel. Insistió Morante pero los pases no decían mucho, ya que al final el toro siempre enganchaba la muleta, llegándole a quitar incluso el engaño. No pudo ser, no hubo toro para este torero que ha dejado, en sus tres actuaciones, detalles en el albero maestrante, pero eso, sólo detalles, aunque de una de una calidad inestimable.
‘El Cid’ lanceó bien el tercero de la tarde pero molestó el aire. Salió ‘Jacobero’ algo suelto y costó llevarlo al caballo, pero en el segundo puyazo ya se arranca y mete la cara. Manuel Jesús se va a buscar al toro a las cercanías del tendido del once, se lo lleva a sombra cerca del cinco y allí comienza a dejarle la muleta en la cara y seguir la embestida del toro, lo hace mal, acelerado, sin asentar las zapatillas en el suelo. Liga tandas y suenan tímidas palmas en el tendido.
El quinto fue mejor, y de igual manera ‘El Cid’ no supo aprovecharlo. La buena condición del animal supo verla el toricantano, Esaú, que se atrevió a hacerle un quite: tres chicuelinas y una media con mucho gusto. El Cid intentó responder al quite por verónicas, pero no pudo, no encontró el sitio adecuado y el toro casi lo prende. Pero el de Salteras no se amedrentó ya que vio, como todos, que el toro era uno de los mejorcitos de la feria y apostó brindándoselo al público, pero no apostó con la muleta. No pudo o no supo encontrar su sitio, asentar los pies en el albero y marcarle el compás al toro. El Cid lo hizo todo con prisas, sin alargar la embestida, perdiéndole siempre varios pasos, ligó así varias tandas, pero el público, que no es tonto, permaneció en silencio.
Le queda otra tarde a El Cid en la feria de abril de Sevilla, además de la de San Miguel, esperemos que vuelva a tener la enorme suerte de dar con un buen toro y que ésta vez sí, tal y como muchos esperan, vuelva por sus fueros. n