Después de un guiño a su tierra, Granada, el Rock de una noche de verano sonó por última vez en tierras españolas, mientras los Hijos del rock&roll, ansiosos por subirse en ese Blues de autobús, ya no paraban de cantar junto a su ídolo, que les regalo piezas tan emotivas como Santa Lucia, Año 2000, Un caballo llamado muerte o Antinuclear.
Con energía irrumpió tras una breve pausa entonando un sugerente rock&roll Bumerang que aceleró los acontecimientos. Maneras de vivir y Mueve tus caderas terminaron de enaltecer a un público ya en esos momentos extasiado con el ciclón que se había desatado sobre del escenario.Todo antes de un emotivo y aclamado Bye Bye Ríos en el que su fiel infantería lo despidió como mejor puede hacerse a un profesional, en las tablas y a pleno rendimiento.
Ríos supo contener la emoción que sin duda se adueñaría de todo su cuerpo después de que se clavaran en su corazón las muestras de cariño que recibió y que no cesaron en toda la comparecencia. Para terminar entonó un Himno de la alegría que se coló hasta en el último rincón de un auditorio repleto, entregado e impregnado para siempre del rock que emana por cada uno de sus poros.
Apoteósico final para una carrera en la que ha demostrado, año tras año y hasta el último tramo de su largo periplo por los escenarios de todo el mundo, una profesionalidad fuera de toda duda que lo ha convertido en una parte imborrable de la historia de la música.Bye Bye Ríos.