Han constituido legalmente la Asociación Cañaíllas Senegaleses y la han presentado en sociedad a través de este periódico. Como cualquier otra entidad, nace de la necesidad de buscar soluciones a problemas comunes o bien aportar a la sociedad lo que personalmente pueden aportar.
O las dos cosas a la vez, incluidas las iniciativas de futuro que persiguen llegar a un punto en el que no sólo puedan ayudarse ellos mismos en San Fernando y la Bahía de Cádiz, sino que puedan ayudar a sus compatriotas a través de proyectos de cooperación como lo hacen otras organizaciones no gubernamentales.
Djibril Gueye es el presidente de esta asociación que reúne por ahora a los catorce senegaleses que viven y trabajan- o lo intentan en estos tiempos-en San Fernando, mientras que Djibril Beye es el vicepresidente.
El primero de ellos lleva nueve años en España, es mecánico naval y trabaja para la industrial auxiliar naval, una de las más castigadas por esta crisis. El segundo lleva veintiséis años en La Isla y se dedica a la veta ambulante, aunque no puede vender por problemas con Hacienda.
Tienen claro que independientemente de que la asociación no se limita a la defensa de unos intereses particulares sino que el proyecto es de largo recorrido, lo primero que tienen que arreglar es la situación de los senegaleses en La Isla, en la Bahía de Cádiz. Como se suele decir en los aviones: en caso de despresurización, no coloque la mascarilla a su vecino. Colóquesela usted primero porque es la única forma de poder ayudar a los demás.
Los problemas que tienen son prácticamente iguales que los que tienen otros vendedores ambulantes, sean inmigrantes o no, blancos o negros. No se puede vender sin pagar los impuestos pertinentes y sobre todo, no pueden ejercer la actividad si no están al día en el pago a Hacienda.
Djibril Beye ha perdido su licencia de vendedor precisamente por eso, por deudas a la Seguridad Social, pero se encuentra dentro de ese círculo vicioso de no poder trabajar por no poder pagar los impuestos y no poder pagar los impuestos por no poder trabajar.
Ellos lo miran desde el punto de vista del inmigrante, que obviamente está más solo ante el problema que quienes son del país y cuentan con más resortes para buscarse la vida. Pero reconocen y lo usan como defensa, que hoy en día “todo el mundo tiene deudas” y que son muchos los que están en la misma situación.
El Ayuntamiento no ayuda
Además de ese problema que en muchos casos es insoslayable por la espiral en la que se mueve, tampoco el Ayuntamiento de San Fernando favorece la venta ambulante en la ciudad, y de hecho, ya no permite los puestos que se instalaban en la Plaza del Rey los fines de semana, los demás público para poder hacer una buena venta.
¿De qué forma esperan encontrar ayuda por parte de las autoridad, porque “somos inmigrates, pero también somos personas”? Independientemente de que están viendo que se podría estar permitiendo la venta ambulante que a ellos se les niega en la Alameda Moreno de Guerra, con la instalación de puestos de venta de objetos usados, no dejan de comprender que la ley es igual para todo el mundo, inmigrantes o no inmigrantes.
No obstante, también ponen sobre la mesa otra cuestión que se debería tener que en cuenta y que está afectado a toda la sociedad en los más diversos campos, y es que se están aplicando las mismas leyes que hace cinco años cuando las circunstancias actuales son muy diferentes.
O como decía Djibril Beye, él hasta ahora no había tenido problemas para pagar sus impuestos y su intención es pagarlos y no deber nada a Hacienda, porque ha estado cotizando veinticinco años como autónomo y parar ahora pone en peligro lo que le correspondería por su jubilación. Es pues el más interesado en pagar, pero “las cosas no salen como se esperaban”.
La única salida que ven es que las autoridades arbitren soluciones para que puedan salir de esa espiral que afecta a todo el comercio en general, a todos los autónomos, y pudieran pagar después de trabajar, después de vender, después de ganar.
Se antoja difícil pero para eso han formado una asociación, porque la unión les puede dar más beneficios que intentarlo cada uno por su cuenta, aunque no estaría de más que el Ayuntamiento permitiera que los puestos que antes se instalaban en la plaza del Rey se vuelvan a instalar. “En la plaza del Rey o en otro sitio, porque la plaza del Rey ya vemos como está”, dice Djibril Gueye, el presidente de la asociación.
Vida dura
¿Pero cómo es la vida de un inmigrante en La Isla? Dura, es evidente. Sobre todo en el caso de Djibril Beye, que lleva 26 años aquí teniendo a toda su familia en Senegal, su mujer y sus hijas, a las que a duras penas puede mandar algo cuando ha perdido el puesto que tenía en el mercadillo de la Magdalena por las deudas.
Dice que eso hay que pensarlo bien, venirse a España a buscarse la vida dejando allí a la familia, visitándola en vacaciones, que son pocas, cortas y contadas, como hacían los emigrantes españoles en Alemania en aquellos años 50 y 60 del siglo pasado, de toscas maletas en las estaciones, viendo a sus hijos crecer de año en año. Y ojo que esa misma sombra asoma ahora a la España del bienestar que ya no es tanto.
Djibril Beye dice que ve a una niña de la edad de su hija y lo inunda la ternura, por lo que es lógico que los senegaleses -que son el casso en este reportaje, aunque se supone que la mayoría de inmigrantes pensará lo mismo- piensen en volver a su país cuando se jubilen.
Y vuelven
Pero también ocurre lo contrario, que senegaleses que han estado en España, en La Isla, vuelvan de vacaciones para reencontrarse con sus amigos, con gente de San Fernando que los han ayudado, que les han dado el aliento de la amistad, “que llevamos en el corazón”. Y son muchos los que lo hacen, los que vuelven todos los años.
Djibril Gueye es más joven, tiene mucho tiempo todavía antes de pensar en eso. Mecánico naval, es optimista con los anuncios sobre Navantia, las muchas gestiones que dicen que se están haciendo pero que no terminan de cuajar. Estuvo trabajando hasta hace mes y medio, pero sabe que lo que hay por ahora es que llegue un barco a reparar, otro mes de trabajo, otra vez a esperar.
Su juventud, su formación, las pone a disposición de sus compatriotas en esa Asociación Cañaíllas Senegales. La mirada decidida, su determinación lo llevan a explorar ese mundo del voluntariado, que es el final del camino de esta entidad.
Y la defensa de sus compatriotas, los que no dejan entrar en La Isla bajo la presunción de que van a vender ilegalmente, lo rebela y le hace recordar que tienen libertad de circulación, que pueden entrar en San Fernando y no estar a expensas de que un policía le diga que se vuelva a subir al tren y se vaya por donde ha llegado. Que ha habido casos. Política preventiva, que la llaman algunos.
Los objetivos de la asociación
La Asociación Cañaíllas Senegeleses es una Organización No Gubernamental sin ánimo de lucro de nueva constitución para responder a las distintas necesidades de los distintos colectivos más desfavorecidos residentes en la provincia de Cádiz.
La Asociación constituye un espacio de encuentro habitual para todas aquellas personas que presentan dificultades socioeconómicas, esto es, menores, mayores y necesitados. Y además, entre sus objetivos se encuentra el establecer una red social entre las distintas instituciones y asociaciones de la provincia de Cádiz con el fin de crear un proyecto de agua potable para aquellos pueblos que aún no disponen de ella en la República de Senegal.
La Asociación de Cañaíllas Senegaleses en la Provincia de Cádiz constituye un marco “en el que poder comunicarnos preocupaciones e inquietudes, así como nuestros esfuerzos por llegar a una plena integración, en igualdad deberes y de derechos de todos los ciudadanos que residen en la provincia de Cádiz”.
Para que tal integración llegue a la totalidad del colectivo, a los recién llegados y a quienes atraviesan dificultades, se creado la asociación.
Contribuir al desarrollo de la integración de las personas socias en la sociedad española y a la eliminación de los obstáculos que limitan tal integración. Igualmente, constituir un espacio de encuentro y comunicación entre las personas presentes en la provincia y defender el intercambio cultural, como medio enriquecedor para todo.
La Asociación de Cañaíllas Senegaleses en la Provincia de Cádiz está abierta a cuantas personas deseen colaborar para la consecución de estos fines.
Esta Asociación comenzará a colaborar con todo tipo de entidades en el desarrollo de acciones conjuntas y de programas de actuación más o menos continuados en el tiempo.
Con la Oficina de Extranjeros, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Subdelegación del Gobierno en Cádiz, Dirección Provincial del SAS, Consejería de Trabajo y Política Social, Consejería de Educación y Cultura, Dirección General de Política Social, diversos Ayuntamientos de la provincia y centrales sindicales.
El Ayuntamiento lo tiene claro
La postura oficial del Gobierno municipal sobre la venta ambulante quedó fielmente reflejada en el Pleno ordinario en el que el grupo municipal Ciudadanos por La Isla presentó una moción pidiendo la creación de un mercadillo dominical en el centro de la ciudad, de forma que muchas personas pudieran encontrar su sustento ante la situación económica y de paro que vive el país.
No se refería en concreto a los vendedores ambulantes senegaleses, sino a todos aquellos que están optando por esta salida a su situación, que cada vez son más a tenor de los puestos que ven en las calles y que deben contar con la preceptiva licencia municipal y todos aquellos requisitos exigibles para este tipo de venta.
La delegada de Comercio y Turismo del Ayuntamiento de San Fernando, Cristina Arjona, dejó patente desde el primer momento que la iniciativa de un mercadillo propiamente dicho, con puestos estables aunque en la periodicidad señalada, era perjudicial para los comerciantes legalmente establecidos y que también están pasando por serios problemas de subsistencia que en algunos casos terminan con el cierre de los negocios.
A todo lo más, la delegada se comprometió a estudiar la posibilidad de autorizar un mercadillo los fines de semana, pero de objetos usados, que son los puestos que se colocan en la Alameda Moreno de Guerra y que no le harían la competencia a los comerciantes minoristas de los alrededores.
Era lo más parecido a lo que pide la Asociación Cañaíllas Senegaleses, que la autoridad competente no aplique la ley tan a rajatable y que permita vender primero para pagar después. Claro que los vendedores ambulantes senegaleses no venden artículos usados, con lo que de ninguna forma entrarían en la posible iniciativa sobre la que aún se espera respuesta. A no ser que cambien el producto y se adapten a ella.