A pie de vides y con motivo de la reedición actualizada de su libro Entender de vino (Martínez Roca), Carlos Falcó, Marqués de Griñón, abre sus tierras y su bodega a un grupo de periodistas, ante los que enarbola con pasión su defensa, frente a la crisis, de volver al concepto de “vinos de viñedo”, caldos diferenciados que hacen de su lugar de origen su seña de identidad.
“En España existía la cultura de la gran bodega que compraba uvas a muchos viñedos pequeños, pero la cultura europea es de pagos, todos los grandes vinos de Burdeos (Francia) son de pagos, y ese es el concepto en el que nos hemos inspirado”, explica Falcó, que en sus 50 hectáreas de viñedo produce unas 350.000 botellas al año, la mitad exportadas a 40 países.
Se trata, opina, de hacer vinos “diferentes, artesanales y con personalidad propia”, que transmitan las características de la tierra en la que arraigan las vides, el terruño o centenario terroir francés, el subsuelo, la mineralidad, ya que “lo que caracteriza a los grandes vinos del mundo es que toman el sabor del suelo”.
“Creemos que en España hay que volver, al menos con los vinos de alta calidad, al concepto de vinos de viñedo y de bodega pequeña situada en el propio viñedo, que eso es el pago”, asevera el Marqués de Griñón.
Falcó cuenta que su obcecación, la misma que logró que estudiara Ingeniería Agrónoma contra la voluntad paterna, le ha llevado a ser pionero en varias técnicas, como cuando tras ver en Israel en 1968 el riego por goteo de los naranjales decidió aplicar el sistema a los viñedos, a pesar de que en aquel momento no había garantías de que pudiera funcionar. Hoy, todos los viñedos del mundo son regados por goteo.