Con la esperanza de no escribir el último artículo de mi vida y deseando por convicciones vitales que hoy no sea se acabe este invento llamado mundo, los Mayas y su cambio de ciclo se asemejan más de lo que parece a simple vista a este Racing Portuense.
Civilización floreciente venida a menos, un imperio decadente con una historia detrás inconmensurable y un legado del que sólo quedan vestigios, recuerdos y algún que otro anacrónico relato de prensa polvorienta y con olor a naftalina barata.
Decir que el fin del mundo se acaba en una previa de un partido del Racing, ya no sólo es una falta de respeto sino la prueba definitiva de que estos americanos controlaban a las mil maravillas la astronomía, las matemáticas y los cultivos, pero entendían poco o nada de fechas de caducidad.
Como cualquier profecía todas se cumplen a toro pasado, ninguna sirve con visos de evitar la catástrofe. 2012 dice adiós, 2013 aguarda paciente.
