El Racing Portuense, el de los tres meses invicto a domicilio, se estrelló de la forma más cruel. Sin paliativos, sin excusas, sin polémicas arbitrales (no se mostró ni una triste cartulina amarilla), y sin… nada. Por no haber no hubo ni ocasiones que destacar. El Racing estuvo sin estar. Llegó, cumplió con su presencia, pero sin sudar. Sensaciones muy negativas ante un rival que le pintó la cara en un abrir y cerrar de ojos.
Desconocido y ausente, las vacaciones llegaron antes de tiempo. Mucho antes de que se señalara el final del partido, éste Racing se desconectó.
Plano, sin ideas y desganado, fue consumiéndose con el paso de los minutos. En frente, el Atlético de Ceuta, sacó las vergüenzas a base de goles sin despeinarse. Por no hacerle no le hizo ni falta jugar bien ni dominar para vencer holgadamente. Con una efectividad del 100%, se bastó para pasar por encima en forma de ciclón.
Con una temperatura primaveral, se disponían afrontar el último partido anual los racinguistas. Lo que debía ser la previa de una fiesta, la navideña, se transformó en un aquelarre de despropósito. Si la máquina de engrasar no va, difícilmente podrá sacar algo de lucidez en un juego que no termina de asentarse.
Con razón o sin ella, la zona ancha no va. Bien es cierto que hubo ausencias destacadas, pero no deja de ser sorpresivo que las anteriores tres derrotas todas fueran por un exiguo 1-0.
La goleada no encontrará una cura rápida. No habrá desquite. O sí, pero éste llegará con 2013.
Con una primera mitad acorde y sin demasiados apuros, fue contrarrestando a un combativo equipo caballa, que guardó lo mejor para sí para la segunda mitad. Lo que parecía que el empate podría bastar, más lejos de la realidad, a los dos minutos ya se colocaron por delante del marcador.
Los blanquillos ya habían gozado de dos ocasiones claras anteriormente. A la tercera, el primero llegó. Lo que costó en anotarse el primer tanto, el segundo, el tercero y cuarto, llegaron de corrido.
El equipo de Mere fue una sombra de sí mismo, bajó los brazos nada más encajar el primero. La mordiente que tiene el Ceuta de medio campo hacia delante es de aúpa. Con alternancia en las posiciones fueron permutándose todo el choque despistando y aprovechándose de un rival tocado.
Los goles fueron llegando uno a uno y con la sensación de que la goleada podría haber sido más abultada. El gol de Rober en las postrimerías fue la constatación a la pujanza del canterano que luchó y sudó en su afán de maquillar un marcador que hizo mucho daño.